LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

jueves, 20 de septiembre de 2012


CIUDADES INSOSTENIBLES
Una oportunidad


Hace menos de una semana (15 de septiembre),  el presidente de la República Francesa insistía en su compromiso electoral de rehabilitar energéticamente un mínimo de 600.000 viviendas anuales. Un plan que afectaría a unos cinco millones de viviendas en todo el país. Con el aislamiento térmico de su parque de edificios, Francia desea cubrir cuatro objetivos: aliviar la penuria energética de millones de familias francesas que no pueden hacer frente a la factura de los combustibles; reducir la potencia eléctrica instalada en la nación; reducir las importaciones de combustibles fósiles; y disminuir un 25% las emisiones de CO2 generadas por la edificación (logement).

Las cifras de la Unión Europea (Eurostad) son claras: el 41% de la demanda total de energía en el conjunto de los 27 estados miembros procede de la edificación. En Francia, ese porcentaje aumenta al 43%, en tanto que en España se queda en un 22%, según datos del IDAE (1), o en el 25% si opinan analistas en energía. Teniendo en cuenta las Directivas comunitarias sobre eficiencia energética en la edificación (2) y añadiendo el objetivo de recortar en el 20% las emisiones de CO2 antes de finales del año 2020, habría que remangarse y apretar.

Reparto del consumo de energía en Francia por sectores de actividad

Tres países y tres casos 
En Francia, la opción para millones de edificios y residencias particulares es dotarlos de un alto nivel de eficiencia energética, con el ideal de los 50 kWh de consumo por metro cuadrado y año. Un objetivo ambicioso y que puede tener un coste de entre 15.000 y 20.000 euros por vivienda. La forma de pagar semejante revolución está por definir, pero hay algunas pistas.

El Estado francés no desea involucrarse directamente repartiendo subvenciones, teniendo en cuenta los problemas de deuda que atenazan a Francia. Tampoco quiere forzar a que los ciudadanos particulares asuman las inversiones, ya sea con sus menguados ahorros o hipotecándose ante los Bancos. Francia busca una tercera vía: encontrar un “inversor” dispuesto a adelantar el dinero y luego recuperarlo gracias a los ahorros energéticos logrados. Sistema complejo y audaz, porque quien financiaría en la sombra sería la industria energética francesa. Es decir, la pública (EDF - Electricité de France, con sus plantas nucleares) y la privada (importadoras y refinadoras de crudo y gas), al bajar facturación.


El reto frente a la crisis energética es acondicionar
edificios como éstos para aumentar su eficiencia energética

Alemania empezó mucho antes con este necesario trabajo. Entre 2001 y 2005 se invirtieron 360 millones de euros en el acondicionamiento energético de edificios, contando con los créditos blandos de la banca pública KFW Bankengruppe (Kreditanstalt für Wiederaufban – Instituto de Crédito para la Reconstrucción) y con su programa de reducción de emisiones de CO2. Entre 2006 y 2009, las inversiones llegaron a 1.000 millones de euros en créditos. Las cuantías son de entre 7.500 y 15.000 euros por vivienda, según el objetivo de ahorro perseguido, con un máximo de 50.000 euros por propietario.

En el país germano, las casas particulares ya no se clasifican y ofertan como “pareados”, “apartamentos”, “pisos”, “adosados” o “chalets”. Lo que el comprador sopesa es si la vivienda es una Niedrigenergie Haus, Null-Energie Haus o bien, maravilla de las maravillas, una “Passivhaus” que permite vender el exceso de energía que ella misma genera.

Bloques de viviendas Lodenareal, en Innsbruck, certificadas como "Pasivas".
Son viviendas que producen más energía de la que consumen y se permiten
vender el excedente al exterior

Por su parte, Bélgica dispone del FRCE (Fondo de Reducción del Coste global de la Energía), que presta a particulares a intereses que oscilan entre el 0% y el 2%. El ahorro perseguido con las rehabilitaciones energéticas llega al 40% de la energía consumida por las viviendas. El propio Estado belga ha adaptado 350 edificios públicos desde 2005, con un coste aproximado de 20 millones de euros que se espera amortizar en 2016, gracias a las economías energéticas conseguidas.

El caso de España
Para empezar, el consumo energético de la edificación española no llega a los niveles de otros países europeos. De acuerdo con la institución Greenbuilding (3), nuestras viviendas consumen el 40% menos de energía primaria que las del centro y norte europeo, a causa de un clima benigno. No obstante, si la buena situación de partida se basa en la menor demanda de calefacción, el calor del verano (atención al cambio climático) está disparando el consumo en refrigeración. Si se cumplen los augurios, de ahora en adelante nuestros edificios serán glotones en energía a causa del aire acondicionado. No conviene, por tanto, alegrarse tontamente y bajar la guardia.


Revestimiento aislante para una vivienda antigua

Para seguir, en noviembre de 2010 la Comisión Europea cursó aviso a España por el incorrecto cumplimiento de la Directiva 2002/91/CE sobre eficiencia energética de los edificios. El aviso debió caer en saco roto, porque en noviembre de 2011 la Comisión envió al Reino de España ante la Corte de Justicia por seguir incumpliendo. Veremos en qué acaba el conflicto, pero lo significativo es que pone de relieve una actitud (4).

En medio de ese escenario de desidia se generaba la mayor burbuja inmobiliaria de nuestra reciente historia. Para cualquier observador medianamente espabilado, las casas españolas (sobre todo las más recientes) son tecnológicamente obsoletas. Promotores, arquitectos y constructores han conseguido crear un desmesurado parque de casas con la I+D+i de un sonajero. Los aislamientos térmicos y acústicos son perfectamente inadecuados en el 60% de las viviendas españolas (5) y mínimos ramplones en el 40% restante. Ahí van unas cifras, para recordar durante décadas,  y capaces de marear por absurdas.


                Conformación de la burbuja en España. Fuente: Euroconstruct
                         Inicio de construcción de casas nuevas (en miles) por países

              AÑO             2002      2003     2004     2005     2006     2007     2008
       
         Alemania           254         236       248        211      218        222       238
         España             524         636       687        730      690        650       585
         Francia              303         314       363        410      430        405        390
         Italia                  238         263       269        262      253         249        235
         Reino Unido       181         194       214         212     207        208        215


La mayoría de  los 4,5 millones de casas construidas entre 2002 y 2008 son casas idiotas y carentes del menor rastro de “domótica”, construidas de espaldas al clima y al entorno, ignorantes del diseño urbano histórico, repletas de “puentes térmicos” y fugas de calor, pensadas para gente que despilfarre electricidad, metano y gasóleo, casas que se desmoronan y agrietan mientras afean los barrios urbanos y los pueblos.

Atraso y codicia
Entre 1980 y 2008, hablar de viviendas “bioclimáticas” y eficientes en España era propio de iluminados. Todavía lo sigue siendo. Hace treinta años que el sector de la construcción europea tomó la senda de la eficiencia energética y no esperó a que los políticos les impusieran Normas Técnicas. Había un nicho de mercado interesante, de compradores que buscaban viviendas diferentes, y crearon arriesgados productos para ellos. Acertaron.

En poco tiempo, aparecieron certificados que garantizaban determinadas prestaciones energéticas en las casas: Minergie en Suiza, CasaClima en Italia, Low Energy Class1 en Dinamarca, BBC Effinergie y HQE Cogedim en Francia, Minienergie en Suecia, Passivhaus en Alemania,… Greenbuilding en el conjunto de la Unión Europea. La generalidad del sector español ignoró este movimiento. Estaban en plena explosión. No había tiempo ni ganas de hacer edificios y viviendas avanzados. Era época de ganar mucho dinero y dar buenos pelotazos. En realidad, los ciudadanos no exigían calidad, aunque luego se quejaban por escuchar en la cama las ventosidades del vecino, por la peste a cloaca que salía por los desagües y por el coste imparable de la calefacción.


Consumos (kWh) por metro cuadrado y año de viviendas
convencionales (barra de la izquierda - casas antiguas anteriores a 1972), con cerca de
400 kWh, comparada con vivienda actual (200 kWh) y las propuestas de Minergie, BBC (Suiza) de
menos de 50 kWh y la casa pasiva de Minergie Plus que vende energía.

Algunos arquitectos y promotores, como seres excepcionales, nos sorprendían a veces con viviendas dignas y edificios avanzados que salían en revistas especializadas. Pero la avalancha de urbanizaciones y barriadas de nombres rimbombantes más parecían ratoneras y montones de ladrillos puestos de cualquier manera.

En 2012, con el sector del ladrillo postrado (“a terra”, como decía un amigo italiano), la rehabilitación energética de millones de casas españolas debería ser una obsesión malsana y enfermiza para los profesionales y para los diversos gobiernos (central, regional, local). Tanto perorar sobre el “imprescindible” motor económico del sector de la construcción y ahí los tienen a todos ellos mirando embobados cómo al otro lado del Pirineo se ponen las pilas y nos hacen una pedorreta.

(1)  IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético – Ministerio de Industria, Energía y Turismo)
(2)   Dir 2002/91/CE; Dir 2006/32/CE; Dir 2010/31/UE.
(4)   Italia acompaña a España en el incumplimiento
(5)   Datos de Greenbuilding 

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