LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

martes, 18 de diciembre de 2012


PESCA INSOSTENIBLE
Los Aspiradores del océano


Hace unos treinta años, en los muelles adosados al dique de Gamazo, en Santander (España), una pareja de arrastreros (trawlers) de tamaño medio criaban herrumbre. Inmóviles un año tras otro, habrían pasado desapercibidos de no ser por los nombres con los que habían sido bautizados por su armador: “Depredador” y “Carroñero”. Llegué a pensar que estaban allí castigados por cometer alguna fechoría pesquera.

 Hoy día, tan acertados y merecidos nombres para cualquier gran arrastrero son cuidadosamente evitados. Los armadores prefieren recurrir a palabras más armoniosas y que oculten la cruda realidad. Por ejemplo, con la dulce y femenina que porta el gigantesco arrastrero alemán “Maartje Theadora”.


El "Maartje Theadora" con aspecto inocente y en un canal de Holanda

Este mes de diciembre, el “Maartje”, super arrastrero pelágico de 141 metros de eslora, ha sido bastante malo. Los franceses le han trincado hace unos pocos días en aguas soberanas de la Republique Française, a no más de 30 km de las costas de Normandía, faenando con redes ilegales y con capturas ilegales a bordo. Conducido al puerto francés de Cherburgo, los oficiales de Affaires Maritimes han encontrado en sus bodegas 3.980 toneladas de pescado fresco, 2.000 de ellas fuera de norma.

Las pruebas para “empurar” al armador (Hochseefisherei GmbH – Pesquera marítima Hoch) están, precisamente, en la composición de su carga. Si el buque hubiera empleado las autorizadas redes de malla ancha, las capturas habrían estado formadas por un 90% de caballa y un 10% por otros peces. Pero allí había 17% de caballa y 87% de arenque, jurel y bacalao pequeño, señal de que había estado usando mallas estrechitas, muy prohibidas, y justo delante de las barbas de sus socios europeos.


A pesar de cambiar su antiguo nombre ("Margiris") por el del explorador "Abel Tasman", personaje admirado en Australia por ser el descubridor de la isla de Tasmania, el arrastrero ha sido expulsado de sus aguas por los australianos 

No es la primera vez que el “Maartje Theadora” es mal chico. Hace un tiempo le pillaron saqueando a destajo por aguas de Mauritania. La empresa gestora de sus andanzas, la Doggerbank Seefisherei (1), también gestiona el enorme arrastrero “Abel Tasman(ex - "Margiris"), expulsado de las aguas de soberanía de Australia hace unos meses (septiembre de 2012) por el ministro de Medio Ambiente (M. Tony Burke), al comprender la locura que suponía dejar al super arrastrero saquear a gusto todo lo que le salía al paso. Lo que sale al paso de esos monstruos de los mares es la humilde y sufrida caballa. El llamado “mackerel” por las multinacionales. 


Ejemplares de Caballa del Pacífico (Scomber japonicus),
también llamada caballa chilena

España, supuesta gran pecadora en cosas de la pesca, no tiene bichos tan apabullantes como el “Maartje”. Tampoco usa artefactos tan aberrantes como el mencionado "Abel Tasman" y sus 143 metros, 10.500 HP de potencia, 250 tn de capacidad diaria de procesado y que remolca sus redes abriendo una boca de 80 metros de ancho y 35 de alto que se lo traga todo. España tampoco abandera trastos como el ruso “La Fayette”, buque factoría que acaba de pasar dos añitos seguidos en la mar, merodeando durante meses y meses por el Pacífico Sur frente a la costa chilena, por las aguas de Mauritania y por las del norte de Escocia.


Aunque tiene pinta de metanero fatigado (Tanque LNG), el ruso "La Fayette"  es la viva imagen de la explotación intensa de los océanos

El trabajo del ruso “La Fayette” es recoger las caballas que le entregan los gigantescos arrastreros pelágicos europeos, congelarlas en bloques de 20 kilos y contribuir al brutal agotamiento de la Caballa chilena (Pacific Jack Mackerel). Los últimos datos biológicos y de capturas señalan que en los últimos 20 años se ha perdido el 90% de las poblaciones de caballa chilena. 

A España se la puede acusar de cualquier cosa en materia de pesca, a veces con razón y a veces sin ella. Pero a los alemanes, holandeses, franceses y británicos también les puede oler mucho el sobaco pesquero. Si no, que se lo pregunten a las cuatro caballas que quedan.

Última hora
El "Maartje Theadora" ha dejado hoy, 18 de diciembre, los muelles de Cherburgo donde permanecía retenido desde hace seis días, después de abonar una sanción de 595.000 euros y perder el pescado ilegalmente atrapado y valorado en 1,2 millones de euros. El armador del buque ha considerado la multa "desproporcionada". Según declaraciones de dicho armador, la forzosa parada del buque le ha supuesto, además, un millón de euros de pérdidas (lucro cesante), lo que ilustra su capacidad de pesca y de predación.

(1)Doggerbank es una gran extensión de aguas someras del Reino Unido, ricas en biodiversidad marina. Hace apenas un par de semanas el Banco de Dogger ha sido declarado Lugar de Interés Comunitario (LIC) y ya forma parte de la Red Natura 2000. Resulta sarcástico que una empresa depredadora lleve el nombre de un Espacio Natural. A esas cosas se les llama "GREENWASHING".

lunes, 17 de diciembre de 2012


OYAMBRE Y COCHAMBRE
“Santa Marina” echa el cierre


Emblema del Golf
Dentro de cien años, la historia del campo de golf “Santa Marina” podría servir para describir la extravagante sociedad de la España de finales del siglo XX y principios del XXI. Los personajes de la historia son de calidad: grandes empresarios y profesionales de prestigio, gente de posición, artistas y políticos de alto nivel. Todos ellos unidos por el amor al golf.

Hacia 1998, en el término municipal de San Vicente de la Barquera alguien tuvo la feliz idea de construir un complejo residencial y deportivo. El modelo del momento era “urbanizaciónlujo.golf.chaletsocial.costa”. Un sistema, tipo “Luxury & Privative Ressort”, que todo promotor inmobiliario de postín deseaba incorporar a su currículo. En el caso de “Santa Marina”, el campo de golf (exigente y diseñado por uno de los grandes profesionales de España), se unía a una urbanización envolvente y parcialmente ubicada sobre terrenos del Parque Natural de Oyambre y de las Rías Occidentales. La belleza y armonía del entorno era absoluta. El éxito quedaba garantizado.

En el año 1999, el Gobierno Regional de Cantabria, y su Comisión Regional de Urbanismo (CRU), dieron luz verde al Plan Especial de Oyambre y a las Normas Subsidiaras de urbanismo para el municipio de San Vicente de la Barquera. De la resolución derivó el Plan Parcial de Santa Marina, aprobado en 2001 por dicho ayuntamiento. Con el Plan se completaba el campo de 18 hoyos y podría empezar la construcción de 350 viviendas de ensueño y un gran hotel. Había dinero, España iba bien y la cultura del “pelotazo” funcionaba como un reloj. En el año 2001 los viales urbanos estaban proyectados, las farolas de diseño empezaban a erguirse y se completaban las infraestructuras de las parcelas.


Hoyos en la zona alta del campo de golf

Sin embargo, un sordo rumor de fondo llevaba meses empañando la ilusión de los compradores. Al parecer, una diminuta asociación local de defensores de la naturaleza (ARCA – 500 socios mal contados) había presentado demanda ante los tribunales contra la peregrina y, supuestamente, ilegal idea de levantar una urbanización en pleno Parque. La inquietud asaltó a socios y clientes de Santa Marina. Pero los promotores calmaron los ánimos recurriendo a sus abundantes contactos políticos y profesionales, argumentando el correcto proceder del Plan y su exacto ajuste a Derecho.

Fue como un mazazo. El año 2001 terminó con el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) anulando el Plan Parcial que había dado luz verde a Santa Marina. Siguieron años frenéticos de alegaciones y recursos, noticias en los medios y duros ataques a la pequeña asociación que había desencadenado la tormenta. En el 2003, las fuerzas vivas de Cantabria intentaron reconducir el asunto de Santa Marina por las bravas: si el obstáculo era haber proyectado una urbanización sobre un espacio protegido, se podía modificar la Ley del Parque Natural de Oyambre y mover algunos límites para que la urbanización quedara fuera de ellos. ¡Cómo no se les podía haber ocurrido antes! Si la ley no permite algo, cambiemos la ley.

Al pie de la fotografía se aprecia la superficie desmontada para
construir la parte conflictiva de la urbanización de Santa Marina.
A la derecha del desmonte aparecen algunos hoyos del campo de golf y su estanque 

No funcionó. El espacio protegido era más que un Parque Natural Regional ya que formaba parte de la Red Natura 2000 de la Unión Europea y de un LIC (Lugar de Interés Comunitario). En 2006, el Tribunal Supremo de España confirmaba la anterior sentencia del TSJC. Se estaba al final del camino. Entre tanto, el campo de golf y sus servicios de restauración funcionaban de manera autónoma, esperando que la situación se resolviera de alguna forma.

Vinieron los años del “plomo”, con las parcelas urbanizadas llenándose de zarzas y los promotores enfrentados, culpándose los unos a los otros ante la desesperación de los sufridos compradores de las parcelas. En 2010 se encendió una débil luz al adoptarse un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de San Vicente de la Barquera, y al finalizarse el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) del Parque Natural de Oyambre. Quizá era posible permutar las parcelas afectadas por otras situadas fuera de espacio natural protegido, aunque siempre cerca del campo de golf.


Una de las calles del golf Santa Marina

Sin embargo, la noticia del pasado 15 de diciembre, anunciando que el campo de golf se cierra el 31 de diciembre próximo, supuestamente por quiebra y ahogado en deudas, es un golpe definitivo. Sin las casas de la urbanización y el hotel, el campo de golf es insostenible y se arruina. Sin campo, el tamdem "urbanización – golf" se desmorona. No parece tener sentido levantar un hotel de cinco estrellas y una urbanización en ese perdido valle si ambos no están rodeados de greens y alegrados por los banderines de los hoyos. Así culminan once años de agonía y mucho dinero perdido.

Los lectores se preguntarán dónde está el culpable de la idiotez. Pero son tantos los actores del drama que resulta complicado centrar el tiro. El verdadero núcleo del problema estuvo en el Plan Especial de Oyambre, aprobado por el Gobierno de Cantabria en 1999. Para aprobarlo, los políticos y expertos (¿asesores?) del Gobierno Regional se basaron en la Ley de Conservación de la Naturaleza de Cantabria. Una Ley que, desgraciadamente y en el caso de Oyambre aún no había establecido el correspondiente Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) y del que ni siquiera existía un proyecto. Una Ley que, a su vez, también debería estar sometida a la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad del Estado. No era así.

No hay que buscar a los responsables entre los compradores, confiadas víctimas del sistema. Tampoco entre los promotores, que solo querían ganarse un buen dinero. Hay que buscarlos en la torpeza o la ignorancia de algunos políticos regionales del momento, incapaces de redactar normas y leyes ajustadas a Derecho, que ofrecieran seguridad jurídica y protegieran a los ciudadanos de sufrir casos tan lamentables. Pero, sobre todo, la causa última es el desprecio y la dejadez con los que en España se abordan las políticas ambientales. Un desprecio que no termina de resolverse.

Desde luego, la menos culpable y responsable de esta grandísima idiotez es la diminuta asociación que denunció la chapuza, muy tempranamente, ante los tribunales. Por aquel entonces nadie se dignó escucharles, pero sí criticarles. Sin embargo, ese puñado de gente intenta evitar que vivamos en la barbarie, en la arbitrariedad, la inseguridad legal y la prepotencia, defendiendo el Estado de Derecho para todos. La bonita Santa Marina no ha sido cerrada por ARCA (Asociación para la defensa de los recursos naturales de Cantabria), sino por las leyes, los jueces y los altos magistrados de la nación.