LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

sábado, 22 de marzo de 2014

RADIO NACIONAL DE ESPAÑA & VENENO
Verdades a medias y mentiras mediadas


Es un sábado de marzo de 2014 y son las 10 de la mañana. En la costa de Cantabria los cielos están velados por leves brumas procedentes del mar. Es posible que se disipen a lo largo de la mañana y se cumpla el dicho “Mañanitas de niebla, tardes de paseo”. En esa agradable previsión y en la paz que respira el pueblo, voy extendiendo la mantequilla sobre la tostada del desayuno. He sintonizado la frecuencia de Radio Clásica, de la emisora pública Radio Nacional de España, donde suena un adaggio puramente barroco.

Desde la taza sube un agradable aroma de café, elaborado por una marca regional llamada “Dromedario”, especialmente suave y conseguido, que suelo llevarme a Madrid. Termina el movimiento musical y me llega la voz cálida y aterciopelada del locutor que, sorprendentemente, no hace el menor comentario sobre la bella música que acabo de escuchar y evita anunciarme lo que vendrá a continuación. En su lugar, se lanza a glosar las virtudes del alimento en conserva.

Sumerjo brevemente la tostada en el café con leche y me quedo embobado al escucharle. La conserva, recita el locutor, es extraordinaria como recurso alimentario. Es muy variada y, a veces, mejora el alimento conservado. Además resulta económica. Las latas están disponibles durante meses y años y nos pueden resolver una comida o compromisos de última hora. El único “pero” hacia las conservas es que, si se abusa de ellas, se puede sufrir falta de vitaminas y causar algunos trastornos en el estómago. Soltada la parrafada, suena una nueva pieza musical, esta vez de piano.


No me esperaba tanta versatilidad y modernidad viniendo de Radio Clásica de Radio Nacional de España. Acabo de asistir a una “fusión” desenfadada y deconstructiva entre latas de mejillones y nocturnos de Chopin. Así que espero impaciente, degustando el café, a lo que diga el locutor cuando concluya el movimiento que está sonando. Sin embargo, la cálida voz retorna a sus disquisiciones sobre las latas de conservas. Indica que, si bien es excelente tomar la fruta directamente del árbol, resulta realmente confortable abrir una lata y zamparse su contenido sin necesidad de moverse de casa ni cocinar.

La paz de la mañana se me ha disuelto como se disipa la bruma marina. 
Recojo el desayuno escuchando una breve pieza de Bach y me reafirmo en la certeza de que los idiotas están por todas partes, infiltrados hasta el corazón de una emisora de radio tan culta y tan discreta. Como servicio público, pagado por todos los españoles, la obligación de un medio de comunicación del Estado es informar a los ciudadanos con veracidad, sin medias verdades y sin subterfugios. En Radio Clásica, de Radio Nacional de España, aprovechan el arte musical para meterte una burda cuña publicitaria sobre las comidas en conserva. Lo hacen, digo yo, para tranquilizar a los empobrecidos españoles que tiene que alimentarse con ellas porque no llegan a fin de mes.


Sanidad de Canadá (Health Canada) anunciaba en marzo de 2013 haber
encontrado BPA en el 70% de las latas de bebida del país. La migración del BPA desde
el epoxy que recubre el interior de la lata a la bebida se acelera con el calor.
¡No dejar nunca latas de bebida al sol! 

Sin embargo, el locutor no expone la realidad más estremecedora de la lata de conserva. En todas las naciones europeas punteras se debaten las circunstancias de la conserva en lata ¿El motivo? La totalidad de la población europea mantiene en su organismo niveles preocupantes de Bisfenilo A (BPA), el perturbador endocrino (disruptor hormonal) que produce esterilidad masculina, cáncer hormonal (próstata y seno), diabetes, bajada de las defensas y un exceso de estrógenos en las niñas que, en casos extremos, adelanta su madurez sexual (menstruación) a los nueve años de edad. El locutor no comenta, como debía hacer un servicio público, que el 70% del BPA disuelto en la práctica totalidad de los cuerpos de las mujeres, niños y hombres de Europa llega a través de la alimentación, fundamentalmente con las resinas epoxy que impregnan el interior y las tapas de latas metálicas de conservas para comidas y bebidas.

Como siempre, los más pobres, los que no tienen dinero para comprar fruta recién cosechada del árbol, legumbres y hortalizas Bio, carnes y pescados frescos, aquellos obligados a llenar el estómago con baratas latas de conserva, son los que se llevan la peor parte. Tras glorificar las bondades de la conserva en Radio Clásica, de Radio Nacional de España, las industrias de la conserva y de las resinas epoxy podrán aumentar su intoxicada clientela entre la población amante de la música culta.

¿Cómo hubiera sido la noticia completa sobre el universo sideral de la conserva? El locutor podría haber informado que, en Francia, el problema de las resinas epoxy con BPA debe resolverse antes del 1 de julio de 2015, fecha límite ordenada por la ley aprobada en la Asamblea Nacional para erradicar el BPA de todo contenedor de comida. Que la industria alimentaria francesa y europea busca un sustituto para el recubrimiento interior de las latas y ha encontrado 73 productos alternativos, aunque la mayoría de ellos son igualmente peligrosos. Diría que la industria se resiste a eliminar el BPA porque la resina epoxy es estupenda para sus fines, aunque resulte letal para los ciudadanos. Expondría que, al parecer, hay tres posibles sustitutos a la vista.


Recubrimiento habitual en una lata de conservas
La substancia blanca es una resina epoxy que contiene BPA
y lo transmite al alimento.

Esos sustitutos son las Poliétersulfonas, aunque contienen el Bisfenol S (BPS) que también es un perturbador endocrino. El segundo candidato sería las resinas acrílicas, con Poliéster de metacrilato, aunque son sensibles a la acidez de algunos alimentos que pueden degradar el revestimiento. Por último aparecen los Poliésteres termoplásticos a base de PET (Polietileno Tereftalato. Es el material que debe sustituir (en Francia) las bombonas transparentes de agua potable instaladas en oficinas, ahora fabricadas en Policarbonato repleto de BPA, pero que traería Ftalatos al agua, otro perturbador hormonal. Al final, resulta complicado encontrar un recubrimiento capaz de incorporarse a las actuales cadenas de fabricación de latas, que llegan a fabricar hasta 10.000 unidades a la hora.

Aporto un respetuoso consejo a las respetables lectoras y lectores: examinen el interior de las latas de conservas que habitualmente compran (una vez vaciadas). Si observan que están recubiertas por una fina capa de plástico blanquecino (con el perturbador endocrino BPA allí agazapado), no vuelva nunca jamás a comprarlas. Seleccionen únicamente aquellas conservas que muestran el metal interior limpio y reluciente, siendo admisible la presencia de una estrecha banda vertical de epoxy tapando la soldadura. Así ofrecerá al cáncer menos oportunidades de anidar en su organismo y en el de sus hijos e hijas.


Recubrimiento mínimo con epoxy que oculta la soldadura

Recuerde también que si le dicen, exhibiendo una sonrisa de suficiencia y paternalismo, que el BPA que podemos ingerir a través de una lata es absolutamente “insignificante”, sepa que las hormonas naturales y sus siniestros imitadores (BPA, Ftalatos,…) actúan en cantidades “insignificantes”. Si le argumentan que la cantidad, la dosis, es lo que define el veneno, reaccione recordando que esa es una verdad medieval que nos remite a la alquimia. Porque cuando la medicina descubrió las glándulas endocrinas y sus secreciones (las hormonas) se encontró con la sorpresa de que dosis minúsculas, “insignificantes”, de hormonas (dosis hormonales) producían enormes resultados en el organismo. Que dosis ínfimas, despreciables, casi indetectables de hormonas decidían nuestra fertilidad, nuestra capacidad de crecer y hasta nuestras emociones.

Sea igualmente consciente de que cantidades “insignificantes” de las denominadas “falsas hormonas sintéticas” entran en nuestro cuerpo día tras día, mes a mes, durante años y décadas. Que en nuestro cuerpo se mezclan entre sí y forman un cocktail que nos acompaña  a lo largo de la vida. Una sombra siniestra que nos envenena lentamente e irrita nuestros tejidos desde que damos el primer trago de leche materna hasta que morimos de metástasis.

En el siglo XVI, durante el Renacimiento, había un dicho médico veneciano que rezaba: El hombre es el peor enemigo del hombre. Él mismo se mata. Seguimos igual y no hemos aprendido nada en 500 años. Desde las esferas del poder siguen tratándonos como estúpidos siervos medievales, aunque en lugar de azotarnos con palos nos azotan con música clásica.

miércoles, 19 de marzo de 2014

BLABLACAR Y EL SISTEMA
Panda de retrasados


Blablacar en Europa
Parece ser que vivimos inmersos, desde hace años y con nefastas consecuencias para amplios sectores de la ciudadanía española, en el onírico universo de los mercados y el neoliberalismo económico. Digo que “parece ser”, porque quienes supuestamente gestionan el sueño liberal, ya sean políticos o empresarios, no dudan en arrinconar el adorado liberalismo cuando les viene mal para el bolsillo.

Uno de los numerosos ejemplos de esa incapacidad acaba de surgir de una asociación española denominada FENEBUS. Nacida en el año 1924, este grupo de empresarios del transporte de viajeros en autobús por carretera lleva un tiempo con problemas. Desde hace diez años no levanta cabeza y ahora se le viene encima la iniciativa de la sociedad civil llamada Blablacar.

El inteligente lector/lectora, sabe que Blablacar es una red social que ofrece viajes en coche privado compartiendo los gastos del combustible. Una iniciativa  (Covoiturage – Carsharing – Consumo corporativo) que tiene millones de adeptos en el continente y es empleada por gente joven y comprometida con la cohesión social, el medio ambiente, la limitación de los recursos no renovables y la solidaridad.


FENEBUS en uno de sus encuentros, acompañados por el Presidente del Congreso de Diputados de España.
Resaltan la juventud y la ingente cantidad de mujeres

Para los agrupados en FENEBUS, la página web de Blablacar debe ser cerrada de inmediato por orden gubernativa. La razón es que representa una insoportable competencia para su negocio de transporte, incapaz de ofrecer la comodidad, flexibilidad, sostenibilidad, sociabilidad y agilidad del sistema de compartir coche. Un sistema que prospera en Europa y que recibe el apoyo de gobiernos comunitarios (Ministerio de la Ecología y el Desarrollo Sostenible - Francia) por sus beneficios sociales y ambientales.

Con las denuncias presentadas ante varios organismos, entre los que se encuentra el ¡¡Defensor del Pueblo!!, FENEBUS nos integra velozmente en el inigualable ámbito de Corea del Norte y su maquinaria económica. De prosperar, su iniciativa nos haría colegas del KOMINTERN de la República Popular de China y su gobierno totalitario, que censura Internet a su antojo y que antepone el desarrollo sucio y la pasta a la salud y la libertad de sus ciudadanos. También sería un giño de complicidad y mutua simpatía hacia el régimen islamista de Turquía, bloqueando Twitter, YouTube o Facebook porque denuncian corrupciones en el gobierno. 


Una muestra del estancamiento y declive de las empresas
de transporte de viajeros por carretera en España. Blablacar no existía en España
antes de 2012 y su verdadera implantación data de 2013. Lo que dice mucho de su desplome histórico.

En la actitud de FENEBUS hay un trasfondo de empresas rancias, de gesto fascistoide y franquismo cateto, de desprecio al ciudadano e incompetencia. El mal empresario, ante una dificultad para su negocio, en lugar de innovar para competir con éxito exige que el competidor sea expulsado del mercado. Con Blablacar argumentan razones fiscales, licencias gubernativas o control de seguridad. Pero no son razones coherentes. Según ese criterio yo no podría hacer mermelada de moras en mi cocina sin que me viniera con amenazas la asociación nacional de conserveros. Así que, renunciando al sagrado “neoliberalismo” y la sacrosanta libertad de los mercados, FENEBUS lloriquea al gobierno, tan afín y tan cómplice, para que censure una página web.  

Esta solución, fruto de la desesperación propia de los más memos, produce rubor. Al calificar la actitud de FENEBUS de fascista tan sólo se pone de manifiesto una manera de resolver los conflictos con la violencia. En el caso empresarial,  cerrando negocios rivales. En el caso de la política, encarcelando o asesinando al opositor. Además, solo un cretino puede pensar que clausurar portales web en España (Unión Europea) cerraría el paso del ciudadano a páginas web abiertas en Francia, en Portugal, en Alemania o Italia. La inciativa de los gobernantes islamo - fascistas de Turquía, cerrando Twitter, está en esa senda y ha mostrado su ineficiencia: Twitter ha seguido funcionando por otras vías y recorridos. Los FENEBUS existentes en las naciones europeas deben estar profundamente avergonzados de la estulticia de sus colegas hispanos.  Es lo que trató de hacer el infame Mubarak en Egipto o el bandido ex - presidente de Túnez, intentado clausurar Internet y las redes sociales, antes de ser adecuadamente expulsados o encarcelados. 

Hay una lectura que, quizá, han realizado los empresarios de FENEBUS y podría justificar su desvarío. Deben comprender que detrás de Blablacar, Airbnb y otros sistemas de intercambio entre particulares reside el rechazo al capitalismo empresarial y al sometimiento a los mercados, demostrando que la sociedad civil, en democracia, mantiene viva la libertad del ciudadano de crear su propia economía de subsistencia en tiempos de crisis. 

Si no les gustan los pacíficos gestos de autodefensa del ciudadano,  deberían haber previsto hacer una sociedad menos injusta, más próxima y solidaria con los débiles, menos corrupta, más participativa. Gracias a la democracia nos hemos liberado de los totalitarismos políticos. Gracias al laicismo, nos hemos liberado de los totalitarismos religiosos. Ahora, aparecen formas liberadoras del totalitarismo corporativo y empresarial, donde la libertad de mercados parece una broma de mal gusto y donde las Comisiones de Defensa de la Competencia son instituciones detestadas por el capitalismo salvaje y ninguneadas desde los propios gobiernos liberales que desearían olvidar las regulaciones y normas. 


Imagen de Blablacar en el Reino Unido

La actitud de FENEBUS no debe considerarse como una majadería más o una salida de tono. Muy al contrario, es una muestra de la ineptitud de cierta clase empresarial española ante fenómenos sociales imparables. Mejor haría el Estado renovando sus estrategias sociales y ambientales para el transporte de personas en el territorio, estimulando y facilitando cosas como Blablacar y poniendo muchos más trenes de corta y media distancias, en lugar de cerrar líneas de ferrocarril y clausurar estaciones. Así nos va con esta gente.

Al final, será difícil impedir que las personas suban a su coche a quien les dé la gana, invitando a compartir los gastos del viaje. Si lo que desean las autoridades es seguridad, recomienden que los invitados a bordo disfruten de un seguro de ocupantes y aconsejen al ciudadano no subirse a coches conducidos por malos conductores. En cualquier caso, esos asuntos son ya tomados en cuenta por los viajeros, al establecerse valoraciones de los conductores en la página web de Blablacar. Lo demás son ganas de tomar el rábano por las hojas. 

martes, 18 de marzo de 2014

ASUNTOS  RURALES
Cáncer de vejiga


Hace más de veinte años, la política agraria europea nos incitaba a redescubrir el bucólico mundo rural. Nos decía que el campesino europeo había dejado de ser el correoso ciudadano sujeto al arado y a la tierra, conservador, alejado de la cultura y abandonado por los servicios de la sociedad industrial. Muy al contrario, el agricultor europeo debía ser contemplado como el gran aliado de la naturaleza, modelador del paisaje y protector de la biodiversidad, proveedor de comida saludable, garantía de nuestra seguridad alimentaria y heredero de un formidable tesoro patrimonial.

Se estimulaba una cosa muy nueva llamada “turismo rural” y la interacción entre el campo y la ciudad para crear una Europa cohesionada y armónica. Todo ello financiado con subvenciones y ayudas generosamente distribuidas por la PAC (Política Agraria Común).

En realidad, era un espejismo.
El agricultor europeo se ha transformado en un burócrata cabreado, atado a las ayudas públicas y a los mercados. Los precios de venta de sus productos son tan míseros e irreales que hace inviable su generación, de no mediar las subvenciones. Aunque éstas suelen beneficiar, de forma particular, a los grandes propietarios de tierras (En el Reino Unido, 174 grandes propietarios rurales se reparten 145 millones de euros en ayudas públicas al año).

Hace unos días, un viticultor de la Borgoña francesa ha sido llevado a juicio por las autoridades (Prefectura) a causa de su negativa a aplicar un violento pesticida “preventivo” contra la “flavescencia dorada”, grave enfermedad de la vid transmitida por un insecto cicadélido volador. Fuera del juzgado, en la calle, docenas de colegas aplaudían a un agricultor que, por fin, plantaba cara a los burócratas, a la poderosa industria química y a los “mercados”. El juez, entendiendo las razones de un viticultor con sentido común, le imponía la simbólica multa de 1.000 euros (500 de ellos suspendidos – en sursis).




El caso del agricultor borgoñón es una excepción. Los mercados globales de alimentos aprietan, el lobby químico empuja y las poderosas cadenas de distribución ahogan. En definitiva, cultivar vegetales y criar animales en Europa es un oficio estresante, ruinoso y cargado de amenazas. La menor es el cambio climático que inunda los campos, arrasa las cosechas o las quema con sequías bíblicas. Lo malo no es competir contra productos agrarios llegados de las cuatro esquinas del mundo con un no contabilizado coste ambiental y desde lugares donde se trabaja por un euro al día en condiciones de semi-esclavitud. Lo insoportable no son las draconianas medidas (Condicionalidad) que debe cumplir un agricultor europeo para recibir las vitales ayudas de la PAC. Lo triste no es que los cretinos que les gobiernan les cierren el ambulatorio del pueblo, la escuela rural de sus hijos o la estación donde paraba el tren para ir a la ciudad… Lo peor es morir envenenado.


El moderno agricultor europeo

Una de las crecientes causas de mortalidad y miseria en los campos europeos son las enfermedades neurológicas, como el Parkinson, el cáncer de la vejiga urinaria o el cáncer de testículo y próstata. Manipulando a diario un arsenal de basura química, que incluye abundantes perturbadores hormonales, los agricultores europeos están condenados. La pésima regulación de un producto agrario como el metaldehido, imposible de extraer del agua potable cuando se filtra hasta los acuíferos, se combina con el abundante empleo de insecticidas a base de nicotinoides cuyos efectos se desconocen. En los ríos del cantón suizo de Vaud, el 5 de marzo de 2014 se detectaban 104 contaminantes, la mayoría pesticidas procedentes de la agricultura

De poco les sirve a los agricultores renunciar a los tóxicos y apostar por la agricultura biológica ya que, después de enfrentarse a sus colegas y vecinos de parcela, horrorizados por codearse con campos y cultivos no tratados, luego tendrán que someterse a una reglamentación exhaustiva y a menudo inútil pues sus productos “bio” nacen y crecen rodeados de veneno. Finalmente, corren el riesgo de verse ante la justicia por negarse a intoxicar sus tierras y su salud. Nuestra salud.




Existe un vergonzante pacto de silencio ante los agroquímicos. Los políticos conocen el inaguantable problema que vive el campo europeo. Lo saben y lo marginan, confiando en el tradicional conservadurismo del mundo rural, en su capacidad de sufrimiento, sometimiento, desorganización y dispersión. Los cretinos tienen del agricultor la misma imagen que de los jubilados: son gente respetuosas con el poder, ingenuas, sufridas y fáciles de engañar, ya sea con agroquímicos venenosos o con “acciones preferentes”.

En algunas naciones ricas e informadas de Europa, como Alemania, Francia o el Reino Unido, la ciudadanía recurre a los alimentos sin química. Pero en las sociedades empobrecidas por la crisis neoliberal y embrutecidas por el abandono cultural, la población se envenena lentamente a través de una agricultura intensiva repleta de toxinas y cancerígenos tan peligrosos como el benceno (principal componente de los pesticidas) que acortan su esperanza de vida y que están destruyendo su capacidad de reproducción.

En efecto, el Inserm (Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale- Francia), acaba de publicar su nuevo informe en la revista “Reproduction” (24 de febrero de 2014). En el estudio, llevado a cabo en 2012 sobre 26.000 hombres, se ha confirmado el paulatino descenso de la fertilidad masculina en Francia. El descenso no es homogéneo y afecta con mayor intensidad a los departamentos de Aquitania y de Midi - Pyrénées. Se trata de dos regiones francesas particularmente expuestas a los pesticidas agrarios, ya que albergan la mayor actividad agrícola del país.




En el muestreo del Inserm de 1989, los hombres en Francia disponían de una media de 73,6 millones de espermatozoides por mililitro de semen. En 2005, la media había bajado a los 49,9 millones, con un descenso de 1,9 millones por año. Ahora se han medido los porcentajes de “normalidad” de los diezmados espermatozoides con el resultado de que, en esas dos regiones, la normalidad ha pasado del 60,9% al 39,2% (el límite oficial de la esterilidad masculina está en poseer, al menos, el 20% de espermatozoides normales, según la OMS).

El Inserm intentó atribuir el descenso de la capacidad reproductiva a cambios genéticos, pero no existía espacio temporal para resultados tan veloces y drásticos por lo que el fenómeno tenía que deberse a condiciones ambientales externas. La coincidencia entre la disminución de la fertilidad y mayor presencia de pesticidas agrarios con perturbadores hormonales invita a pensar que existe una estrecha relación entre ambos conceptos. Sin la menor duda, en el Reino de España los porcentajes deben ser muy similares, especialmente en regiones vinícolas de La Rioja, La Mancha, Penedés, Priorato, Ribera del Duero,… ya que el cultivo de la vid es uno de los que hacen más intenso uso de pesticidas.


El cultivo de maíz (generalmente para forraje) es uno
 de los que mayor erosión produce en los suelos europeos

Las subvenciones de la PAC y ciertos modelos de explotación agraria son taras de nuestra agricultura difíciles de visualizar porque, a pesar de la supuesta “interacción del mundo urbano y rural”, la mayoría de los europeos sabemos muy poco sobre agricultura. Como ejemplo, el cultivo del maíz, usado para alimento de las vacas en Cantabria, es uno de los que producen mayor erosión en los suelos. Se calcula que diez hectáreas de maizal generan la misma erosión que 375.000.000 litros de agua corriendo sobre esa superficie y arrastrando la tierra fértil. Al contrario de la pradera tradicional, los maizales son los principales responsables de la turbidez  de los ríos cántabros y de las aguas costeras tras las lluvias.


Sería de interés social conocer estudios españoles sobre epidemiología rural y reproducción humana, como hacen los franceses. Sería importante revisar los sistemas productivos agrarios y ganaderos. Sería necesario divulgar que cada vez se necesitan más potabilizadoras de agua para extraer los nitratos infiltrados en los acuíferos por culpa de la agricultura. Pero necesitaríamos saber cuántos pesticidas, imposibles de filtrar, llegan hasta los grifos y las botellas de agua “mineral”. Tendrían que decirnos cuanta fertilidad les queda a los varones de Europa y del Reino de España.