LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

REINO DE ESPAÑA
PROGRAMAS ELECTORALES  20 diciembre 2015
En busca de las energías renovables


Pueblo en Alemania.
Imagen imposible de encontrar en el Reino de España a causa de los obstáculos políticos y legales a las energías renovables domésticas.

 Propuestas en materia de energías renovables, autoconsumo, energía solar fotovoltaica, rehabilitación energética de edificios y “fracking” en los programas electorales de cinco principales partidos políticos que se presentan a las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015
(Los textos son literales)

 Partido Popular (PP)
A fecha 16 de diciembre de 2015, el Partido Popular no ha hecho público un Programa Electoral completo. No obstante, y por noticias publicadas en su página web y en prensa, en materia de energía señala la intención de:

-      Introducción de instalaciones de energías renovables mediante subastas competitivas y exención del valor de producción de la energía eléctrica a las nuevas instalaciones de energías renovables.




Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
Los ejes principales serán la eficiencia energética, la electrificación equilibrada en todo el territorio nacional y las energías renovables, reduciendo la presencia de combustibles fósiles, restringiendo las autorizaciones de nuevas prospecciones de gas y petróleo y prohibiendo el empleo de las técnicas de fractura hidráulica (fracking).         
Necesidad de avanzar en la autonomía energética de nuestro país y la seguridad del suministro.


Podemos
Desarrollo de las energías renovables para la progresiva sustitución de los combustibles fósiles.
 Mejora de la eficiencia energética en edificios y construcciones, tanto residenciales como no residenciales, privados y públicos.
Autorización de nuevas instalaciones de generación renovable sin retribución específica de potencia inferior a 50 MW (son las que están dentro de las competencias autonómicas).
Fomento de instalaciones de autoconsumo, dando pequeñas ayudas directas a la compra de paneles solares o miniaerogeneradores para autoconsumo sin vertido a la red.
Transición hacia un modelo energético cuyo objetivo es alcanzar la independencia energética usando prioritariamente energías renovables a largo plazo.
Promoveremos programas de transición que conduzcan, a mediados de siglo, a fuertes reducciones en el consumo energético y los niveles de emisión de gases de efecto invernadero.
Incentivaremos el autoconsumo energético. Fomentaremos planes de ahorro energético.
Compromiso público de no autorizar instalaciones de fractura hidráulica (fracking).


Ciudadanos
Mantener el consumo de carbón nacional en la forma prevista en los acuerdos con el sector y el cumplimiento de la Resolución del Parlamento Europeo de 13 de septiembre de 2012.
El objetivo debe ser viviendas Cero emisiones, empezando por un impulso masivo de la rehabilitación y exigir que las nuevas construcciones cumplan con este principio.
Disponemos del mejor recurso solar de Europa, y estamos decididos a convertir el desarrollo de ese recurso en una historia de éxito energético, industrial y tecnológico, y en un motor de cambio de nuestro modelo energético.
Eliminar las trabas al desarrollo del autoconsumo energético, incluido el denominado "impuesto al sol", contenidas en el Real Decreto sobre esta cuestión aprobado por el Gobierno del PP para promover así un marco regulatorio estable y propicio a la generación a pequeña escala, que suponga un gran impulso en la descentralización de la generación eléctrica, lo cual constituirá una gran fuente de empleo e impulso tecnológico.
Desarrollar un Programa de Rehabilitación Sostenible de Viviendas, Edificios y Entornos, que alcance al menos 200.000 viviendas y que incluya por sistema estudios y soluciones de eficiencia energética y accesibilidad a todas las viviendas



Izquierda Unida
 Nuestra propuesta es que en 2050 tengamos un modelo 100% renovables donde el 50% sea producido a nivel municipal, tanto de forma individual como colectiva, lo que implicará un gran desarrollo del autoconsumo. El otro 50% será producción centralizada de ámbito autonómico o estatal.
Control público de los sistemas de producción, generación y distribución de la energía
Ambicioso programa de rehabilitación energética de edificios (dentro de la rehabilitación integral del parque de viviendas empezando por las más antiguas).
Apostar por el desarrollo del autoconsumo, especialmente el balance neto y oponerse al peaje abusivo.
Promover las pequeñas instalaciones fotovoltaicas y minieólicas, asegurando una retribución adecuada y minimizando los trámites administrativos.
Establecer líneas de crédito para fomento de las renovables, tanto en instalaciones aisladas como conectadas a la red
El fracking no tiene sentido ni ambiental ni económico. En consecuencia, deben suspenderse las autorizaciones concedidas y la prohibición de nuevas autorizaciones.

Conclusiones
PP y PSOE no dedican una sola palabra al autoconsumo eléctrico y la democratización de la generación de la energía eléctrica y la integración de los productores familiares o locales en una red eléctrica inteligente.
Ciudadanos y Podemos proponen su fomento, aunque sin especificar postura sobre la versión europea del contador de doble vía, que permite a un usuario equipado con su propia instalación renovable (fotovoltaica o eólica) el adquirir energía eléctrica de la red o bien vender a la red (o compensar) la energía no autoconsumida por el usuario.
Izquierda Unida, apuesta por la generación individual o colectiva, complementaria a la producción centralizada (grandes empresas). Su postura respecto a los contadores de doble entrada y salida no está reflejada claramente en el programa. 


lunes, 30 de noviembre de 2015

CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA
Panorama desolador

 
Una plataforma petrolífera en el Mar del Norte, con su correspondiente y eterna antorcha

Mientras el Presidente del Gobierno del Reino de España se desplaza a París, para asistir a la solemne inauguración de la COP 21, escucho la Cadena SER de radio. Es una de las emisoras más prestigiosas del país y empieza su programa estrella de la mañana con una referencia al encuentro de París.

Varios tertulianos se suceden al micrófono y comentan su escepticismo por el desenlace de la Conferencia sobre el cambio climático, ya que la ciudadanía debería tener mucha más conciencia. En definitiva, el cambio climático es asunto de todos nosotros y deberíamos ser más conscientes en nuestra vida diaria ¿Cómo?

¡Bah! Es muy sencillo. Para los periodistas que hablan, lo que deberíamos hacer es comer menos carne, usar menos el coche, encender menos la calefacción y reciclar mejor nuestras basuras. Y ya está. Los gobiernos poco pueden hacer si nosotros no nos comprometemos a llevar a cabo sencillos gestos cotidianos: volvernos vegetarianos moderados, apagar luces para vivir en la penumbra, caminar mucho o apretujarnos en atestados y caros transportes colectivos, ponernos bufanda en casa y trabajar reciclando para mantener un sistema de gestión de residuos obsoleto e ineficiente.

Con esta mentalidad se perpetúa la letanía de la responsabilidad individual en el cambio climático, ya que el Estado poco o nada puede hacer a la hora de combatir las emisiones de gases de efecto invernadero que están recalentando la Tierra. Si lo hiciera, aplicando regulaciones y normativas, estaría atacando gravemente al sistema económico del libre mercado.

Pero las cosas no son exactamente así. Los tertulianos de la Cadena SER pasan de largo sobre el verdadero problema del cambio climático y se refugian en lugares comunes que embrutecen al ciudadano un poco más cada día. Les voy a exponer un caso que relativiza las responsabilidades en la gestación del cambio climático y reparte con más cuidado y justicia las bofetadas.


La bofetada del Flaring  

Si se pregunta a diez mil ciudadanos españoles qué es el “flaring”, en el rostro  de 9.999 se dibujará la tierna sonrisa de la ignorancia profunda. Con suerte, uno de cada 10.000 podrá decir que el “flaring” es una práctica que se ve en las antorchas que arden con llamaradas espectaculares, las 24 horas del día, en la práctica totalidad de las instalaciones petroquímicas, especialmente en los pozos de petróleo y en las plataformas marinas dedicadas a la explotación del crudo.

Muy bien. Ya sabemos qué es el “flaring” porque la mayoría hemos visto esas torres de acero rematadas por llamas que brillan en la noche y que atraen nuestra atención al pasar cerca de una refinería o de instalaciones similares.

El “flaring” es un mecanismo de seguridad. En dos palabras, al extraer petróleo del subsuelo, éste viene acompañado de gran cantidad de gases y de variadas mierdas (con perdón) . Esos gases son altamente inflamables (metano) y suponen un riesgo para las instalaciones, por lo que deben separarse del crudo y tratarse adecuadamente. Lo idóneo, ya que se trata de gas natural, sería recogerlo y emplearlo como combustible. Pero no siempre resulta fácil. Sobre todo, representaría un coste empresarial indeseable, así que se manda a un mechero y se quema en la atmósfera.

El gas natural de los pozos no viene sólo. Por el mechero se queman o envían al aire el metano mal quemado, el detestado azufre (SO2), ingentes cantidades de CO2, hidrocarburos aromáticos cancerígenos, como benceno, tolueno, xileno y benzopireno, además de metales pesados como el mercurio, vanadio y cromo junto a gases radioactivos (Radón).


Flaring en yacimientos de la península arábiga

Los cálculos más optimistas indican que en 2013 se emitieron a la atmósfera unos 150.000 millones de metros cúbicos de gases a través de las antorchas del “flaring”, situadas principalmente en Rusia, Nigeria, Irán, Irak, Estados Unidos, Argelia, Kazastán, Arabia Saudita y Venezuela. Esa cantidad equivale al 30% del gas natural que toda Europa consume en un año.

Expresado en otra unidad de medida, el “flaring” supone la emisión  anual de entre 300 y 400 millones de toneladas de CO2, según recoge el Banco Mundial. La cifra es igual a las emisiones de todos los coches de Francia, Alemania y Reino Unido juntos y durante un año (unos 80 millones de automóviles).

El problema es considerable. El Banco Mundial ha puesto en marcha la iniciativa “Zero Routine Flaring by 2030, que busca reducir en un 40% las emisiones de esta fuente a nivel mundial desde 2015 hasta 2030. Un puñado de países y grandes corporaciones petroleras se han adherido al proyecto en muy señalados yacimientos, pero supone un reto económico pues necesita de cuantiosas inversiones y los bajos precios del barril de petróleo son un formidable obstáculo.

Otro freno a la eliminación de la pesadilla es el descontrol gubernamental. Nigeria, que aparece como segundo emisor de gases a través de “flaring” de sus pozos en el Delta del Niger y en sus costas, tiene prohibida esta práctica petrolera desde 1984. La total desobediencia a esta norma impulsó una nueva prohibición en 2010, también ineficaz. Otros países productores han sido más eficaces, como es el caso de Rusia, al haber logrado reducir su “flaring” en un 40% a lo largo de la última década.


Flaring en Nigeria. Allí ni emplean torres y queman el gas a ras del suelo
Excelente ocasión para asar comida sazonada con hidrocarburos aromáticos.

El Banco Mundial indica que los gases derrochados mediante esta técnica obsoleta podrían bastar para proporcionar energía eléctrica a todo el continente africano, al generar hasta 750.000 millones de kilowatios.

Una vez explicado tan turbio asunto, la próxima vez que le digan que usar el coche privado es un gran pecado contra el clima global, recuerden que las emisiones de su cochecito son una minúscula gota en el océano de las emisiones causadas, impune y masivamente, por el “flaring” petrolero.

No. La responsabilidad del cambio climático no es sólo del ciudadano. Por encima de todo es responsabilidad de los gobiernos y de las empresas. Pero es más fácil culpabilizar al ciudadano y olvidar la fría realidad de un sistema hipócrita y sumido en las tinieblas informativas. Las emisoras de radio de la Cadena SER, con sus frívolos locutores y periodistas, deberían tomar nota y dejar de tratar como un dócil e imbécil rebaño de borregos a su audiencia. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

LA MARCHA POR EL CLIMA
Y REINO DE ESPAÑA
Con los peores de la clase


Planta termosolar de Abengoa. Tecnología española censurada


La mayor quiebra empresarial española, la de la ingeniería Abengoa, forma parte del lodazal energético nacional. Con una deuda abultada y una gestión empresarial infumable, Abengoa tenía los días contados desde 2010. Su sentencia de muerte fue firmada cuando el gobierno de entonces (socialista) empezó a reducir las subvenciones a las energías renovables.

A partir de 2011, el nuevo gobierno (derechista) remató esas subvenciones y arruinó a toda empresa que trabajara en energías renovables y en  sistemas sostenibles. Abengoa es la mayor de todas y su "calculada" quiebra nos demuestra que las políticas energéticas nunca son inocentes. Lo de quiebra "calculada" parece evidente, ya que sus directivos no son idiotas y, al parecer, empezaron a vender sus más valiosos muebles hace varios años y a sacar su propiedad y gestión fuera del país. Un "alzamiento preventivo de bienes", como expresaría un jurista.

Independientemente de cómo se defiende o se protege el Capital de las acechanzas de otros rivales, el embrollo financiero de Abengoa nos muestran que, cuando beneficias fuertemente a los combustibles fósiles, enfermas y acortas la vida de los ciudadanos, aceleras en cambio climático, creas un severo déficit democrático, fuerzas la quiebra de empresas y contribuyes a enriquecer a los criminales de Oriente Medio

El plan estaba claro. En el Reino de España, potenciar energías diferentes a la nuclear y a la obtenida mediante combustibles fósiles atacaba los intereses de tres corporaciones muy concretas: el lobby eléctrico, el lobby petrolero y el lobby de la automoción. Las tres habían encontrado en los sucesivos gobiernos pseusocialistas y de la derecha aliados complacientes y agradecidos.

Los resultados de la política energética española perpetrada desde hace más de una década, se muestra a plena luz en vísperas de la apertura de la COP 21 en París. En los encuentros internacionales que protegen el medio ambiente, la España “oficial” nunca tuvo una figura tan triste. Ni una propuesta, ni una sugerencia o iniciativa. Solo un arrastrar los pies con infinita desgana, tratando de pasar desapercibida mientras incumple los compromisos europeos en la materia y se sitúa como el estado miembro con más infracciones a la normativa ambiental europea.

Al lado de la oscura presencia española, otros son los protagonistas que brillará con luz propia en la COP 21 de París. Uno será la denominada Sustainable Development Solutions Network (SDSN) que, bajo el amparo de Naciones Unidas, moviliza a expertos y científicos del mundo universitario, de la sociedad civil y del sector privado para encontrar soluciones al desarrollo sostenible a nivel global.

Su proyecto DDPP (Deep Decarbonization Pathways Project) engloba a personalidades de 16 naciones, responsables del 70% de las emisiones globales: Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Italia, Alemania, India, Indonesia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Corea del Sur, Reino Unido y Estados Unidos. El Reino de España no aparece en la lista, y con razón.

En estas semanas, la conocida consultora Pricewaterhouse Coopers (PWC) publicaba el informe “El cambio climático en España, 2033. Hacia una economía baja en carbono”. Un documento de 120 páginas que sitúa a España a la altura de nación europea sucia y atrasada en materia de emisiones, con una previsión de aumentos de los gases de efecto invernadero hasta 2033 de un 83%. La cifra señala que estamos ante un escenario de emisiones muy superiores a los objetivos de la Unión Europea.

El fracaso español es desmenuzado por PWC, calculando que en el año 2020, el Reino de España superará en un 9% los objetivos comunitarios de emisiones de gases de efecto invernadero. Lo verdaderamente inédito es estar ante un país en recesión, deflación, estancamiento, con crecimientos de PIB mínimos o negativos y que, sin embargo, está aumentando sus emisiones a tan elevado ritmo.

Pero lo hace porque suspende en todas las políticas energéticas sectoriales. En la del transporte, ya que potencia el transporte por carretera y el coche privado en las ciudades, al tiempo que reduce o congela el desarrollo del ferrocarril convencional. En la construcción, dejando en mínimos la rehabilitación energética de viviendas y despreciando la adopción de normas técnicas de construcción avanzadas. En la industria, abandonando las tecnologías limpias en favor del desarrollo sucio. En la agricultura, con uso intensivo de fertilizantes y agroquímicos que potencian las emisiones. 

Pero es en el sector energético donde el fracaso ha sido más abultado, al castigar el necesario impulso masivo a las energías renovables, favoreciendo la continuidad de las subvenciones a las energías fósiles. Hasta el carbón se ha visto beneficiado a causa de sus bajos precios en Australia e Indonesia, potenciando las importaciones españolas con destino a centrales térmicas eléctricas.

El resultado es un incremento del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero registradas en el año 2014, cifra puesta de manifiesto hace una semana escasa. El dato coloca a España en el pelotón de los idiotas de clase, junto a Bulgaria, Letonia y Chipre, estados miembros de la Unión Europea que también brillan por sus incumplimientos y sus crecientes emisiones.

Al mismo tiempo, el Plan de Energías Renovables propuesto por el Reino de España hasta 2020, sigue apostando por alcanzar los 84 GW instalados, básicamente mediante energía solar y eólica. En realidad se trata de un sueño imposible pues ahora mismo estamos en 33 GW y no hay datos que induzcan a pensar en la intención de instalar los 51 GW que faltan.

Hace unos días, en la efervescencia que precede a la COP 21, la Fundación Nicolas Hulot recordaba los 650.000 millones de dólares empleados cada año, en todo el mundo (el G20 lo cifraba en 450.000 millones) para subvencionar el carbón, el petróleo y el gas en el planeta. Una escalofriante cifra que podía emplearse en potenciar las energías renovables a lo largo y ancho del mundo, especialmente en las sociedades más contaminantes.


Planta solar fotovoltaica en las colinas de Ruanda

La posición del Reino de España en París será incómoda. Si yo fuera su representante seguiría las sesiones desde la barra del bar, lejos de las miradas. Así no sentiría vergüenza ante el brillo de naciones como Marruecos y sus prodigiosos avances en energía solar térmica. También destacarán Portugal y Escocia con sus energías marinas, la paupérrima Ruanda y su planta solar fotovoltaica, la más grande de África, o Kenia y su programa solar autosuficiente, que abastecerá al 50% de la población el electricidad fotovoltaica.

Mejor no sonrojar al personal con la proeza de Uruguay, una nación que actualmente obtiene el 94,5% de su energía eléctrica de fuentes renovables (hidroeléctrica, solar, geotermia, biomasa y eólica). Precisamente la firma española Abengoa fue la responsable de fabricar e instalar el campo eólico Peralta I, en el centro del país, al que seguirá el Peralta II, esta vez con ingeniería alemana. En Uruguay se acabaron hace tiempo las subvenciones al carbón y hoy mira por encima del hombro a los idiotas españoles y su podrido sistema energético.

La mejor marca que podría exhibir el Reino de España en la materia es el incremento del 10,23% registrado en el precio de la factura de la electricidad entre los años 2011 y 2015. Poca cosa, comparado con el incremento del 83% ya soportado desde 2003 hasta ahora y que va seguir creciendo. Aumentará aún más, porque las compañías comercializadoras de energía eléctrica en España anuncian que subirán sus márgenes el 30%, gracias al nuevo y estupendo sistema de recibo de la luz, organizado por el gobierno y los lobbies eléctricos.

Hay que estar presente en la Marcha del Clima del 29 de noviembre organizada en cada ciudad del planeta.

martes, 24 de noviembre de 2015

PETROLEO Y CRISIS CLIMÁTICA
Asesinos islamistas y sequía




Se acerca la Conferencia sobre el cambio climático en París, el 30 de noviembre (COP 21), y se profundiza la esquizofrenia que atenaza al mundo. Crece el enfrentamiento entre los combustibles fósiles y la inercia de un sistema económico basado en los hidrocarburos, con la necesidad de frenar las emisiones para reducir los efectos de la catástrofe climática.

La COP 21 sufrirá toda clase de presiones, en las calles y en los pasillos de la Conferencia, para evitar reducir demasiado la explotación y el consumo de las energías fósiles. Es difícil saber qué sucederá al término de la Conferencia, aunque se sugiere unos acuerdos mínimos y que no empezarían a aplicarse hasta dentro de cinco años.

Pero debajo de los movimientos empieza a dibujarse otra clase de emergencia que liga el terrorismo islamista con el desbarajuste climático. Hagamos un pequeño esfuerzo por observar la realidad desde otros puntos de vista.

La salvaje guerra de Siria parece estar en el foco del islamismo radical y en la aparición del llamado Califato o Daech. La mayoría de los analistas enlazan la antigua guerra de Irak con lo que hoy sucede en Siria. Es una idea aceptable, ya que el llamado Daech se extiende sobre territorio de Siria e Irak. No obstante, veamos lo que dice la inmediata historia climática de Siria.

Una sequía que dura nueve años  

La región que ocupa Siria ha venido sufriendo, históricamente, ciclos de grandes sequías. A finales del siglo XIX, cuando Siria estaba controlada por el Imperio Otomano, las fuertes sequías se sucedían cada 55 años. Más tarde, los períodos sin lluvia se fueron instalando con más frecuencia, cada 27 años, cada 13 y hasta cada 7 años, en lo que llevamos de siglo XXI.

La última sequía siria data de finales de 2007, se está prolongando de forma inquietante y se suma a la general penuria de agua en todo el Oriente Próximo. Hasta 2007, Siria producía 4 millones de toneladas anuales de trigo y era autosuficiente. Con el trigo, cultivado en la zona noreste del país, se fabrican los millones de obleas de pan que forman la base de la alimentación siria e irakí. Debe señalarse que las obleas de pan (“hubz”) estaban fuertemente subvencionadas por el régimen de Asad.

Entre los años 2008 y 2010, la sequía se mantuvo y se volvió más severa, provocando que la producción de trigo cayera hasta los 2,5 millones de toneladas anuales. Por su lado, la producción de cebada, fundamental para alimentar la cabaña de cabras, ovejas y pollos de Siria, descendió en 2010 en el 90% respecto de 2007.

El fantasma del hambre y la inflación de los precios en productos básicos fue uno de los detonantes de la insurrección siria de marzo de 2011. Desde el año anterior, la nueva fase de sequía había causado el éxodo de miles de habitantes desde las zonas castigadas por la falta de agua hacia las ciudades. Las protestas por la escasez de pan y alimentos, unido al sobrecoste de la energía, fueron reprimidas violentamente por la dictadura del régimen de Asad.

La brutal respuesta desató la insurrección y la guerra civil. En 2013 y 2014 la falta de lluvias hizo bajar la producción de trigo en el país a unas 1,4 toneladas. En pleno año 2014, nuevos elementos vinieron a agravar la situación alimentaria de la población, ya que el grupo Daech tomaba el control de una tercera parte de los campos de trigo y la tercera parte de las reservas de agua, al apoderarse de la presa de Tabqa (el llamado Lago Asad), en el río Eúfrates.

Para aumentar la pesadilla siria, el gobierno de Turquía, que controla el caudal del Eúfrates mediante el embalse Ataturk, cerró el grifo del agua en junio de 2014 y privó de agua a media Siria. Debe puntualizarse que la mitad del trigo sirio es de regadío. Según informaba la FAO a principios del presente año, entre 2013 y 2014 las lluvias en Siria descendieron, según las zonas,  entre el 55 % y el 85%, forzando a una subida del 100% en el precio de la oblea de pan. La catastrófica crisis hídrica de Siria es ya imparable y afecta a Jordania, Irak e Israel, consolidando un conflicto difícil de superar. Este último país, Israel, su política interior persigue controlar la totalidad del agua potable disponible, gracias a su ocupación de los Altos del Golán y de todo el cauce del río Jordán, regulando a su antojo el grifo que abastece en agua a los territorios ocupados de Cisjordania.

En la actualidad, Siria sigue necesitando entre 4 y 5 millones de toneladas de trigo anuales y apenas produce 1,4  toneladas, por lo que debe importar del exterior el 70% de sus necesidades. Hace unas semanas, Rusia donaba 100.000 toneladas de trigo a Siria, para aliviar la situación de la población y decidiéndose a intervenir activamente en la guerra civil mediante bombardeos que afectaban a todos los opositores al régimen de Asad.

Analistas sin rubor, algunos de ellos surgidos del propio mundo árabe, indican que si Daech es el arma física de un Islam fundamentalista, despótico y medieval,  que azota a la  región y al resto del mundo con sus fanáticos suicidas, Arabia Saudita y su petróleo serían, respectivamente, el arma ideológica y financiera de tal azote.

No parece caber duda del fanatismo religioso saudí, calcado del fanatismo religioso de Daech. Como muestra, acaba de ser sentenciado a muerte (probablemente por decapitación) el poeta Ashraf Fayadh, encarcelado en Arabia Saudita y declarado culpable de apostasía al haber renegado del Islam. ¿Su pecado? Vivir en un país que no respeta los más elementales derechos humanos, como la libertad de expresión y de creencias.

Es posible que la ambigüedad del mundo musulmán sea muy real, pero también lo es la ambigüedad del régimen islamista de Turquía, que trafica con petróleo de Daech, derriba aviones rusos y bombardea a combatientes kurdos enfrentados a Daech. También es ambigua la venta de armas occidentales a los regímenes del Golfo, a cambio de petróleo y gas, y ambiguo es el sostén político, financiero y comercial que reciben esas monarquías atadas a clérigos enloquecidos, por parte de Estados Unidos, Francia o Reino Unido.

Todo lo anterior está sobradamente divulgado y nos muestra la hipocresía que empapa el universo de las energías fósiles. Sin embargo, el clima es quien está en las raíces de este completo desastre. Es el cambio climático, con la miseria agraria que genera, con las migraciones que suscita y con las luchas por el agua, el gran responsable. Todos deberíamos ya identificar dónde está el gran causante del efecto invernadero. Por eso es necesario dejar el petróleo y el carbón bajo tierra y que las resoluciones de la COP 21 empiecen a conjurar la pesadilla de planeta que podemos dejar a nuestros nietos. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

ASESINATOS EN PARIS
A pie firme y esperando la COP 21





La hija de unos muy queridos amigos vive en Paris. Hablando con ellos tras la carnicería del viernes 13, comentaban que su hija solía frecuentar alguno de los pequeños restaurantes ametrallados. Con su marido y amigos, se sentaba en esas terraza para charlar, reír, beber vino y escuchar música en libertad. Justamente, las sencillas muestras de felicidad que tanto odia el fascismo islámico.

La capital francesa parecía blindada por la policía en vísperas de la celebración del encuentro COP 21. Un encuentro que intentará frenar las emisiones de gases que están destruyendo nuestro clima. En medio del profundo desconsuelo de la atrocidad, en mi cabeza se dan la mano el fanatismo que ensangrienta Oriente Medio, las constantes (históricas) intervenciones “occidentales” en aquélla reseca región, el negro petróleo que brota de su suelo y el inmenso daño que causa su destrucción cuando arde en motores y calderas. Una mezcla explosiva.

Recuerdo la película “Lawrence de Arabia” y a Peter O´Toole, descalzo y vestido de un blanco inmaculado dando saltitos sobre una duna. Profundizo en aquella historia de agentes secretos y de geoestrategia, en plena I Guerra Mundial, con el Imperio Británico combatiendo al Imperio Otomano para dilucidar quién asentaría finalmente sus zarpas en el océano de petróleo enterrado bajo la arena.

De la mano de Lawrence, los británicos pusieron en el poder a la tribu nómada más fanática, radical y retrógrada del desierto arábigo. Nació así la Arabia de los sauditas wahabitas. Con ella nacieron también los califatos del Golfo, armados hasta los dientes por los occidentales y protegidos en sus tronos feudales por los lobbies petroleros.

Más al norte, otros yacimientos petroleros fueron controlados por los británicos en el actual Irán, ahora gobernado por una banda de obispos, y en el destrozado Irak, ahora gobernado por nadie sabe quién. Semanas antes de ser derrotado el nazismo, en febrero de 1945, el presidente de los Estados Unidos, Franklin  D. Roosevelt, embarcó en el crucero pesado USS Quincy y navegó hasta el Mar Rojo, donde firmó a bordo del buque un pacto con Abdulaziz ibn Abdul Rahman ibn Faisal ibn Turki ibn Abdullah ibn Muhammad Al Saud, Rey de Arabia Saudita, comúnmente conocido como Rey Ibn Saud.

Por el acuerdo, el Quincy Agreement, Arabia concede a los Estados Unidos todo el petróleo que pueda necesitar, a cambio de protección militar y diplomática ilimitada. El acuerdo, que sigue plenamente vigente, se instrumentalizaría a través de empresas privadas, como las antiguas Gulf Oil, Standard Oil, Chevron o la actual Aramco. Las monarquías feudales del Golfo Pérsico se sumarían gozosas a este mercadeo, perviviendo en sus estrafalarios sistemas medievales hasta ahora.

Los británicos, controlando el petróleo iraquí e iraní a través de la Anglo Persian (actual British Petroleum), tuvieron un sobresalto en 1951. Las elecciones de ese año, medianamente libres y todo lo democráticas que pueda esperarse, elevaron al poder en Persia al político nacionalista Mohamed Mossadegh. Como primer ministro nacionalizó el petróleo nacional y dos años después fue derrocado por el golpe de estado organizado por la CIA y el MI6 británico. La Anglo Persian recuperó “sus” pozos en 1953.

Desde entonces, los dedos y pies de occidente han estado sacudiendo el océano de petróleo de Oriente Medio, han estado sosteniendo a dictadores con bigote y a reyes vestidos como Lawrence de Arabia. Pero debajo de esos gobiernos, más allá del eterno y falseado enfrentamiento palestino – israelí y de los petrodólares derrochados en Marbella, Londres o Nueva York, bullía una rebelión que cristalizó en la llamada Primavera Árabe  iniciada en 2010.

Hoy, Paris se prepara para intentar poner cierto freno al petróleo y sus derivados en la COP 21, forzando que buena parte de las reservas de hidrocarburos del planeta queden enterradas bajo el suelo para siempre (campaña internacional "Keep it in the ground"). Lo debe intentar porque nuestro planeta no soporta tanto CO2 en la atmósfera sin provocar un cataclismo climático.

Hoy sabemos que las energías renovables han sido mentirosamente acusadas por los petroleros de necesitar millones de euros para funcionar. Pero también sabemos que la reunión del G20 del año 2009 propuso disminuir las subvenciones que recibían los combustibles fósiles. Nada se ha hecho desde entonces, sino incrementar esas subvenciones.

En la actualidad, los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) reciben anualmente 449.000.000.000 de euros en subvenciones por parte de los gobiernos. 449 mil millones para buscar nuevos yacimientos, para extraer carbón, para vender el gasoil más barato que la gasolina, para subvencionar el transporte y las actividades agrarias y pesqueras. 449 mil millones que salen de nuestros impuestos para pagar a quienes nos envenenan la salud y acortan nuestra esperanza de vida. Para pagar a quienes presionan para que las energías renovables languidezcan y la sociedad humana se enfrente a un futuro lleno de amenazas. Tantas, que algunos científicos iluminados opinan que la especie humana puede entrar en extinción más allá de 2100

En este escenario global, unos desalmados han asesinado en Paris a más de un centenar de personas. Las han matado con la misma frialdad que un Oberführer de las SS matando judíos, gitanos, homosexuales, resistentes demócratas y sacerdotes católicos en Auschwitz. Volverán a hacerlo. Detrás de los islamo- fascistas hay un negro Califato, llamado Daech, que les entrena con dinero de oscura procedencia, pero que apunta en dirección al Golfo Pérsico con sus petróleos, sus intereses y su fanatismos religiosos sunitas.

En París, la COP 21 comienza en quince días y algunos periodistas, quizá portavoces de las petroleras y de sus gobiernos títere, lanzan la idea de suspender el encuentro de Naciones Unidas por falta de seguridad. Por el contrario, otros periodistas opinan que Francia debería revisar al alza sus relaciones con Rusia y Siria, para detener a los degolladores, y revisar a la baja sus relaciones con Qatar y Arabia Saudita, que simpatizan con asesinos y demuestran una clara ambigüedad.




Unos artistas pintan el lema y el escudo de la villa de París en la Plaza de la República tras los crímenes
(Fluctuat nec mercitur - Se sacude, pero se mantiene a flote)

Mientras llega la apertura de COP 21, meditemos en este detalle, no muy conocido.

Los decapitadores de Daech controlan sus propios pozos de petróleo en Siria e Irak, lo que les asegura buenos ingresos en dólares para comprar armas y vehículos que, evidentemente, no se fabrican en Siria o en Irak. 

El petróleo de Daech cruza la frontera de Turquía con la supuesta complicidad del gobierno turco, y también sale por puertos sirios. Anoche, en un apasionante debate en la televisión pública francesa (TV5) se insistía en las presuntas actividades de un pariente muy directo del presidente turco en materia de contrabando de petróleo procedente de Daech. En consecuencia, la reciente reelección del islamista Tayyip Erdogan en Turquía es una desgracia para los kurdos (que combaten a Daech sobre el terreno mientras son bombardeados por Erdogan)... y una tragedia para los europeos.


Hasta la fecha, las potencias occidentales nada han hecho por impedir este tráfico que financia el terrorismo. Prefieren lanzar ataques aéreos sobre vehículos o edificios, con el riesgo de matar inocentes. Sin embargo, al finalizar la mañana del 16 de octubre, en la prensa independiente y libre del Reino de España (que existe) se anunciaba que aviones de Estados Unidos habían bombardeado, por primera vez, camiones cisterna de Daech. 

Por fin. Un día después, a las 20:30  horas, el Secretario de Estado USA, John Kerry, de visita en París, explicaba en directo a la TV francesa que la aviación norteamericana había destruido durante la noche anterior 160 camiones cargados de petróleo rumbo a Turquía. ¿Porqué no lo han hecho hasta ahora y así reducir los fundamentales ingresos de los asesinos? ¿Quien ha estado, y está, comprando el petróleo de Daech? ¿Es Turquía culpable?

Esa misma mañana, Abdullah bin Nasser bin Khalifa Al Thani, primer ministro del Emirato de Qatar, salía al patio tras su visita al Palacio del Eliseo y posaba, tenso y demudado, ante la prensa para balbucear tres frases patéticas. Se pueden imaginar los reproches recibidos minutos antes de boca de François Hollande y dirigidos a un príncipe árabe tan ambiguo ante Daech. 

Es posible que, en mi monumental ignorancia, vea siniestras entidades donde no las hay. Puede que me equivoque con el diario El Pais, financiado por Qatar, con El Corte Inglés, financiado por Qatar, con CEPSA, propiedad de Qatar o con el Real Madrid y el Barsa, financiados por los Emiratos Árabes y Qatar. La maldición del petróleo y los combustibles fósiles nos acompaña y en mis delirios creo ver fantasmas en París esgrimiendo fusiles de asalto que chorrean sucio petróleo. 

martes, 27 de octubre de 2015

CHORIZOS Y SALUD
El maldito Grupo 1

La mayoría de los carcinógenos englobados en el Grupo 1 del IARC (International Agency for Research on Cancer) son de la quinta de 2012. Al año siguiente, en 2013, debieron organizar una bonita fiesta para acoger en su peña a las partículas emitidas por los motores Diesel (PM). Las partículas fueron agasajadas por todos los asociados al Grupo 1, no faltando las tapas de pescado salado al “estilo chino”, abundantes cigarrillos y perfumes de asfalto, todo ello dentro de una acogedora atmósfera de Plutonio, benceno, berilio y potente radiación solar.

En este templado otoño de 2015, los festejos de bienvenida a nuevos miembros carcinógenos al Grupo 1 se multiplican. Nos referimos a los nuevos radionucleidos, a las bebidas alcohólicas, los bifenilos (BPA) y los glifosatos (Monsanto). Pero lo que no se esperaba la pandilla cancerígena era incorporar en sus filas a todo el clan de la charcutería, incluyendo a exquisitos líderes como los jamones de bellota, la panceta y la mortadela.

No nos atrevemos a imaginar la que se armará en este selecto Grupo 1 cuando llamen a su puerta los cafés, el mate y las bebidas muy calientes (Reunión de evaluación de IARC – Mayo 2016). En cuanto estos brebajes se añadan a la pandilla, los festejos del Grupo 1 serán amenizados con tacos de jamón de calidad, rodajas de salchichón, café, copa y puro.

Según declaraciones efectuadas por el amianto, uno de los grandes capos del Grupo 1, los embutidos carcinógenos son una bendición para los 118 asociados. El Treosulfano y el cadmio, amantes declarados del salchichón, suspiran por captar en la pandilla a otros colegas carcinógenos, como la Hidracina (posible incorporación en 2016), y asegurarse la presencia de los chuletones de buey, de momento asignados al Grupo 2.

La que están liando las carnes

Hace años que la FAO mira con gran recelo a las pacientes vacas. Si su vida es un despropósito rumiante, el anuncio de que el consumo de sus rojas carnes ayuda a conseguir un hermoso cáncer de colon llueve sobre mojado. Por eso, la reciente inclusión de las carnes rojas del ganado bovino entre las substancias cancerígenas aconseja recordar algunas de sus circunstancias vitales.

Esas circunstancias son las que afianzan el nuevo lema adoptado por los grupos conservacionistas y ecologistas que aspiran a crear un planeta más habitable y justo: comer menos carnes y menos lácteos. Repasemos algunas cifras para ponernos al día:

En el año 2014 fueron sacrificados 65.000 millones de animales domésticos (mamíferos y aves) en el mundo, para ser convertidos en comida de humanos y de otros animales. Entre 1950 y 2000, el consumo de carnes se ha multiplicado por cinco en el planeta. Para producir un kilo de carne de vacuno se necesitan 15.500 litros de agua; para un kilo de cerdo, 4.900 litros; para un kilo de pollo, 4.000 litros; para un kilo de tomates, 184 litros; para un kilo de zanahorias, 130 litros. Las vacas empiezan a ser un problema “hidráulico”.

El 70% de las tierras cultivables del mundo se destina a producir comida para animales, como trigo, maíz y soja transgénica. Cada kilo de carne (todas las especies sumadas) necesita entre 10 y 14 kilos de cereales. Unos cereales que vendrían estupendamente a 1.000 millones de humanos con hambre crónica. Desde el punto de vista ambiental, la producción de carnes genera excesivos nitratos y fosfatos (estiércoles y purines) que contaminan gravemente las aguas.

La cría de animales para alimento de los humanos es responsable del 14,5% del efecto invernadero que destruye nuestro clima, con las vacas generando el 9,7% del total y generando el 50% del metano que llega a la atmósfera (el metano es 300 veces más potente que CO2 a la hora de recalentar la Tierra). Otra vez las vacas sacando los cuernos.

Los animales criados para ser devorados, de forma mayoritaria y lamentable sufren una vida corta y cruel encerrados en una especie de barracones de engorde y exterminio donde son emborrachados con hormonas y antibióticos que luego llegan a los consumidores y hacen ineficaces los tratamientos en las infecciones.

Ahora nos dicen que, después de envenenar el entorno, agotar el agua y fomentar hambrunas, robando los cereales que necesitan 1.000 millones de personas muy pobres, sus carnes procesadas producen cáncer. Esto no hay quien lo entienda y esta sociedad occidental va camino a la perdición, entre tapas de chorizo a la barbacoa y aromáticas lonchas de jamón de Jabugo.


lunes, 26 de octubre de 2015

EL REINO DE ESPAÑA EN PARÍS
Los tontos de la clase



París albergará, desde el 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre, a las delegaciones que asistirán a la COP 21. Para quien no esté familiarizado con este tipo de acontecimientos, se trata de la periódica reunión de las partes firmantes del Convenio sobre Cambio Climático (1992) y de las partes integrantes del Protocolo de Kyoto (196 países).

El tema de la reunión es tratar, por enésima vez, de disminuir las emisiones de gases invernadero que están recalentando el planeta. El objetivo sería no sobrepasar los 2º C de incremento de la temperatura media, respecto de la media registrada en 1990. Para ello, desde hace ya demasiado tiempo, se establecieron instrumentos para poner un límite a las emisiones de CO2 de cada país y, en caso de necesitar sobrepasar esas emisiones para “crecer”, comprar los derechos de emisión a naciones con sobrantes (pobres). (Mecanismos del Protocolo de Kyoto).

¿Resultado? Un caos absoluto, más emisiones, más contaminación, más calentamiento y un callejón sin salida. Los escenarios más optimistas sueñan con un acuerdo en París que limite el aumento en los +2,7º C, superando la línea roja de los +2º C señalada por el 97% de la comunidad científica internacional. Más allá de esta imaginaria frontera se entra en lo desconocido.

El círculo vicioso de las emisiones se nutre del propio sistema. Una perversión global y neoliberal del “laissez faire”, que detesta las regulaciones pero que busca alternativas “de mercado”, que admite ayudas públicas a los combustibles fósiles mientras maldice las subvenciones a las energías renovables. Entre tanto, el escenario del calentamiento sigue su curso y surgen nuevas inquietudes.


Espejos reflectantes en la central termosolar de Ouarzazate (Marruecos)
La ingeniería es española (SENER)


Las cada vez más frecuentes y prolongadas olas calor, unidas al incremento global de temperaturas, están haciendo al mundo más necesitado de refrigeración forzada. En ciudades como Bombay, el 40% de la energía consumida por la ciudad se utiliza ya para sistemas de aire acondicionado. Sin duda es una mejora de la calidad de vida de sus habitantes.

Perdón. Nos referimos a los habitantes más afortunados, evidentemente, no a los 12 millones de sus ciudadanos (64% de la población) que sobrevive en “slums” o poblados marginales, como el barrio de Dharavi (1.000.000 de personas en 3 kilómetros cuadrados en chabolas de hojalata recalentadas). Vemos que el fenómeno de la refrigeración se amplia y crece, aportando nuevos retos.

La energía destinada a “fabricar” frío en un mundo caliente será mucho más necesaria para mantener el flujo de alimentos para 9.000 millones de habitantes (2050). Habrá que aplicarse en refrigerar más comida, conservarla y transportarla allá donde se precise, en lugar de tirarla a la basura como hacemos ahora.  El frío será también imprescindible y más imperativo en la informática globalizada (redes y grandes servidores de sistemas), en los hogares, en la conservación de medicamentos o en la industria química y del plástico. Como ejemplo del reto climático que representa la refrigeración, un camión tráiler refrigerado emite 30 veces más partículas cancerígenas (PM) y seis veces más NOx.

Delegación vergonzante 

El Reino de España, como firmante del Convenio del Cambio Climático, estará presente en el COP 21 de París. Su papel debería ser discreto, como corresponde a un gobierno en funciones y amenazado con perder su mayoría absoluta diez días después de concluido el encuentro. Además, la delegación española representará a un gobierno que se ha manifestado muy beligerante contra del desarrollo de las energías renovables, a través de sus decisiones sobre las políticas energéticas nacionales.

Si el Reino de España quedará en la penumbra, quien brillará con luz propia en la COP 21 es el Reino de Marruecos. En este año 2015, el país magrebí inaugurará la primera fase de su central termosolar Noor 1, en Ouarzazate. Con una potencia instalada de 160 MW, la completa instalación dispondrá en 2017 de otros cuatro grupos solares, capaces de alimentar en energía eléctrica a un millón de hogares: Grupos de Ain Bni Mathar, Foum Al Oued, Boudjour y Sebkhat Tah,


El complejo solar de Ouarzazate generará energía para un millón de hogares marroquíes. 

Marruecos ha entendido perfectamente que no desea depender del exterior para conseguir energía. De momento, el 94% de sus necesidades energéticas llegan de fuera, en forma de combustibles fósiles alimentados con generosas subvenciones. El Plan Nacional Marroquí de Energías Renovables tiene como objetivo que el 50% de la energía eléctrica consumida en la nación proceda de fuentes renovables en el año 2020 (hidráulica, eólica y solar).

Lo verdaderamente edificante en este salto adelante de Marruecos, dispuesto a vender energía eléctrica limpia al Reino de España a  través del cable submarino tendido bajo las aguas del estrecho de Gibraltar, es que la ingeniería española SENER es responsable del diseño, construcción y puesta en marcha de Noor 1. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

GASOIL Y SALUD PÚBLICA
Pequeña historia de un mortal desencuentro


Volkswagen: Las mediciones del oprobio
(West Virginia University. Sep 2014)

A mediados de los años setenta los motores Diesel en los automóviles no eran apreciados por el gran público. Caros, ruidosos y pensados para buques y vehículos industriales, dejaban tras de sí una estela de humo negro y sus pasajeros temblaban al compás del motor, envueltos en el acre aroma de una sala de máquinas. Las prestaciones, con muy escasa aceleración, causaban inseguridad en los adelantamientos.

Fue en 1992, a partir de las conclusiones de la 1ª Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas (Río de Janeiro) y  de la entrada en vigor del Convenio sobre Cambio Climático, cuando los motores Diesel empezaron a ser vistos como una interesante alternativa a la gasolina en el transporte privado, ya que emitía menos CO2 a la atmósfera. El lento despegue de las ventas de automóviles Diesel había empezado tras las sucesivas crisis petroleras (1973), con la idea de que un motor funcionando con gasóleo economizaba combustible y era muy robusto.

La tecnología de los motores Diesel tenía su punto débil en el sistema de alimentación. Problema que fue corregido al generalizarse la inyección directa, la inyección multipunto y, sobre todo, con un invento llamado Common-rail. Desarrollado por la ingeniería británica Vickers durante la primera guerra mundial, para equipar motores Diesel en submarinos, la innovación del Common Rail fue olvidada. Retomada por científicos de Suiza en los sesenta, el método de inyección a alta presión (1.350 bares) fue después adquirido y desarrollado por la firma Magneti Marelli, siendo adoptado por la italiana FIAT.

En 1995, FIAT pasaba por un calvario financiero y gran pobreza de ideas. Muy a su pesar, la empresa italiana decidió vender la patente Marelli del Common Rail a la alemana Bosch. Aquella fue una decisión desafortunada y FIAT, que ya había equipado a sus modelos Croma TD-id (1997) y al Alfa Romeo 156 (1997) con su Common Rail, perdió una oportunidad gloriosa que los fabricantes alemanes aprovecharon de inmediato.

Los primeros tropiezos

Los fabricantes alemanes tenían un tesoro entre las manos. Bosch mejoró el sistema italo-suizo. Gracias a los turbocompresores y al Common Rail, los motores Diesel de las grandes berlinas alemanas, Mercedes, BMW o Audi, dejaron de caballear. Se volvieron coches  silenciosos y flexibles, veloces y nerviosos, consumiendo menos litros de combustible por kilómetro recorrido. Las ventas progresaron, pero las corporaciones empresariales necesitaban asentarse y sugerir ayudas públicas para enriquecerse un poco más.

Pero en Volkswagen (VW) necesitaban mejorar sus motores Diesel para cumplir las normas comunitarias, negociando en 2005 con el fabricante Mercedes la posible compra de su estupendo sistema BlueTec, que frenaba las emisiones y ahorraba combustible. Sin embargo, algunos dirigentes de VW preferían idear su propia tecnología, lanzando en 2009 sus nuevos motores TDI Common Rail. Ha y que decir que los ingenieros de VW no estuvieron a la altura y empezó el fraude.  

Al otro lado del mundo, en Japón, se había desarrollado otro sistema multi-inyección de alta presión muy parecido al Common Rail. En 1995, un camión de la firma Hino lo utilizó con éxito (sistema Denso) y los fabricantes japoneses observaron con apetito a sus competidores europeos. Sin embargo, las autoridades niponas de la época eran menos complacientes que las europeas. Sobre todo, el ayuntamiento de Tokio.

Japón llevaba mucho tiempo soportando la contaminación del aire. En 1995 rodaban por el país 5 millones de coches y 8 millones de camiones (el 20% del tráfico) equipados con motores Diesel. Las emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas hacía irrespirable el aire en las grandes aglomeraciones urbanas y Tokio declaró la guerra al gasóleo en sus calles.

A partir de 1999, las campañas del ayuntamiento de Tokio se resumían en “No comprar, circular ni vender un coche a gasóleo”. Fue una campaña disuasoria y reiterada, reforzada con estrictas normativas de emisiones de azufre (año 2000) y multas de hasta 3.700 euros a los infractores, con inspecciones “sorpresa” por las calles de la capital para extirpar coches y vehículos contaminantes. Como resultado, en este año 2015 circulan por Japón unos 60,5 millones de vehículos, pero solamente 738.000 son Diesel.

Europa y el gasoil

En Europa, las simpatías del público europeo hacia los coches de gasoil crecieron desde 1998 gracias a varios factores. El primero fue la incorporación del Diesel a los pequeños utilitarios, ofreciendo respuestas brillantes gracias a la generalización del Common Rail. Tan silenciosos como un gasolina, los coches no se calaban al aparcar y los motores respondían sin pestañear desde muy bajas revoluciones. Era, y es, una delicia conducirlos.

El segundo factor vino de la fiscalidad gubernamental. Políticos y empresarios se pusieron de acuerdo para rebajar la fiscalidad del gasóleo de automoción, supuestamente para favorecer al transporte por carretera, en detrimento del más sostenible ferrocarril. Como tercera medida, los modelos de gasolina y gasoil se vendían al mismo precio. Finalmente, la coartada ambiental se basaba en las menores emisiones de CO2 en un motor Diesel.

Había un pero. Desde 1991, la Unión Europea había puesto en marcha su regulación de las emisiones a la atmósfera de gases contaminantes procedente de vehículos, gracias a las normas EURO Oil. Las limitaciones de emisiones se referían a cuatro sustancias: los óxidos de nitrógeno (NOx), el monóxido de carbono (CO), los hidrocarburos no quemados (HC) y las partículas de carbón (PM y PN). Indudablemente, el CO2 también sufría limitaciones por su efecto invernadero y se exigió publicitar las emisiones de este gas en los catálogos de venta de coches.

Como la Comisión Europea conocía las dificultades de reducir las emisiones en una sociedad tan fuertemente dependiente del petróleo y en una industria de tan lentas reacciones, decidió avanzar cada cinco años, con una media del 50% de reducciones en cada etapa. (Directiva 1999/94 CE y Reglamento 443/2009). De todas las emisiones, las más preocupantes eran las de NOx y PM, sobre todo desde que la OMS (Organización Mundial de la Salud), declaró las PM como cancerígenas para el ser humano, al causar daños respiratorios, afectar a los tejidos pulmonares y provocar muerte prematura (IARC – International Agency for Research on Cancer – octubre 2013).

Por su parte, el NOx empezó a revelarse como una grave amenaza para la salud de los ciudadanos. La irritación crónica que generaba en los pulmones era una antesala del cáncer, con riesgos cardíacos y una generalizada bajada de las defensas. Las cifras que Europa ha venido manejando en los últimos años hablaban de 350.000 a 400.000 muertes prematuras al año a causa de la contaminación atmosférica. Solo en el Reino Unido suman unas 30.000 muertes al año. También contemplaban 189.000 millones de euros en costes anuales, equivalentes al PIB de Polonia o Finlandia.

El prostíbulo de los tests  

Como obediente alumna del neoliberalismo y la desregulación, la Comisión Europea decidió que las comprobaciones sobre las emisiones de cada modelo de coche puesto en el mercado fueran asumidas por empresas privadas. De esta forma nacieron numerosas Certificaciones Homologadas que competían unas con otras, tal y como gusta en la economía de mercado.

El problema surgió cuando las pruebas y los test empezaron a mostrar la dificultad (resistencia) de los fabricantes a cumplir con las normas EURO Oil y sus calendarios. En el año 2001, los resultados de pruebas de emisiones en circulación real, es decir, en ciudad y carretera, eran hasta un 7% mayores que los resultados arrojados por los laboratorios “oficiales”.

Conforme pasaban los años, las autoridades locales y regionales europeas comprobaban, alarmadas, varias cosas: el parque de vehículos se modernizaba y adaptaba a normas más exigentes (EURO 5 es la última), los coches se equipaban de filtros y catalizadores, las ciudades centroeuropeas se peatonalizaban y bajaba la circulación, las flotas de autobuses urbanos y taxis adoptaban el gas y los híbridos,… pero la contaminación no cesaba e incluso empeoraba. Sobre todo en las grandes urbes, periódicamente  recubiertas de nubes negras de NOx.

¿La razón? Los tests de los nuevos vehículos, llevados a cabo por las empresas certificadoras, se habían convertido en una burla descarada. Las pruebas se efectuaban en condiciones “ideales”, a temperatura constante, a un régimen medido y perfecto, sobre rodillos pulimentados sobre los que se deslizaban ruedas con neumáticos hinchados al borde del estallido para no ofrecer resistencia. A pesar de las trampas, tan alejadas de las reales condiciones  de uso del coche, las desviaciones en las emisiones estaban pasando desde el antes mencionado  7%, detectado en 2001, hasta más del 40% registrado en 2014.

La respuesta de la industria

Sin mecanismos de control gubernamental, algo detestado por las grandes corporaciones que desean hacer y deshacer a su antojo, y por sus amigos políticos, las regulaciones EURO Oil eran una molestia y un estorbo al desarrollo empresarial y los beneficios. Sobre el papel, algunos fabricantes empezaron a mostrarse incapaces de cumplir el mínimo de exigencias. Ni se les ocurrió instalar filtros de partículas o SCR (lavado de gases con agua y urea) para eliminar más PM y NOx, ya que encarecían el precio de venta de los coches Diesel y bajaban sus jugosos ingresos. La solución pasaba por hacer nuevas  trampas y el Grupo Volkswagen lo asumió desde 2009 en su nueva gama de motores TDI.

Sin controles europeos fiables, VW intentó penetrar más en el mercado de Estados Unidos. Pero no contaba con las sospechas de las autoridades norteamericanas (2011) y con el trabajo de las benditas ONG´s, dispuestas a hacer sus propias comprobaciones. Fue la ICCT (International Council of Clean Transportation), organización sin ánimo de lucro financiada desde otras ONG´s, como Climate Works FoundationWilliam and Flora Hewlett FoundationEnergy Foundation, y David and Lucile Packard Foundation (¡Los ordenadores HP Hewlett Packard!), quien empezó en septiembre de 2014 un trabajo de seguimiento, creando 15 grupos de investigación.

Uno de ellos, formado por dos profesores y dos alumnos de la Universidad West Virginia, utilizaron un VW Passat, un VW Jetta y un BMW X5 para rodarlos durante 4.000 km y medir sus emisiones reales. Los dos VW mostraron emisiones de NOx cuarenta veces superiores a las pregonadas por la marca. La EPA (Environmental Protection Agency) recibió el informe al año siguiente y confirmó el fraude. El resto está en la prensa de cada día y el tramposo se prepara para afrontar 40.000 millones de pérdidas y una oleada de despidos.

Solución al problema

El Centro Noruego de Investigación en Transporte (Transportokonomisk Institutt) se suma ahora a las pruebas reales de coches Diesel y publica (21 de octubre 2015) que un pequeño coche Diesel emite más NOx que un autobús Diesel. Incluso con la próxima norma EURO 6, los pequeños coches a gasoil emitirían 0,35 gr/km, mientras que un autocar Diesel, bajo la nueva norma EURO VI, emitirá solo 0,12 gr/km.

En caso de congestión del tráfico, las emisiones del pequeño Diesel serían de 0,95 gr/km. Si las temperaturas bajan mucho, las emisiones pueden ser hasta once veces más altas que las certificadas “oficialmente”. Está claro que la nueva normativa ya viene prostituida desde antes de nacer, gracias a la presión de los lobbies de fabricantes.

Por su parte, el organismo Transport of London ha realizado pruebas sobre nueve coches Diesel, desde minis hasta 4x4, comparando sus emisiones con las de cuatro grandes camiones trailer. El resultado es que un pequeño coche produce más del doble de NOx  que un camión de 40 toneladas.

¿Dónde está el milagro de los camiones y autocares? Simplemente en la tecnología y en las más exigentes pruebas puestas en marcha desde 2011. Los pesos pesados de la carretera usan sistemas de lavado de NOx a base de urea que los fabricantes de coches se resisten a instalar. Los gobiernos, entre tanto, ignoran las mentiras de los fabricantes y sus "certificadores", retrasando las exigencias para más tarde. 

¿Se podría implantar estos sistemas en los coches? Por supuesto. La Reducción Catalítica Selectiva (SCR) es una tecnología probada y sencilla. Necesita incorporar a los coches Diesel un depósito con 25 ó 30 litros de urea (con agua) que es inyectada en el escape. Pero hay que rellenarlo con cierta frecuencia y exige espacio en el coche, lo que molesta a los diseñadores.  ¿Acaso proteger del cáncer es menos importante que lavar el parabrisas con agua perfumada?

Chicos malos y Chicos buenos

Ya sabemos donde están los chicos malos, pero no conviene tirar todas las piedras a la cabeza de Volkswagen. Hay que guardar varios sacos para descalabrar (eufemísticamente, se entiende) a otros responsables. Y son muchos. Los primeros están en esas grandes corporaciones de fabricantes sin imaginación, obsesionados por defender un sistema, energéticamente podrido, de Diesel barato y subvencionado, sus patentes y sus mercados.

Los siguientes están por Bruselas, ocupando despachos y defendiendo la Libre Competencia con subvenciones que conviven con salvajes privatizaciones y con desprecio a la salud ciudadana. Los terceros se mueven por los Estados miembros y a todos los niveles. 

Unos forman gobiernos completos, como el de Alemania (CDU - Angela Merkel), que acaban de presentar batalla contra las regulaciones que pretenden detener las emisiones de gases del futuro EURO 6, exigiendo menor rigor en las pruebas para no perjudicar a los empresarios del automóvil. Otros aparecen en forma de políticos locales complacientes con las empresas, ignorando lo que leen sus Estaciones de medición, cambiándolas de emplazamiento cuando no les gustan sus lecturas, encareciendo el transporte público y reticentes a ordenar y limitar el tráfico privado en sus ciudades asfixiadas.

Los Chicos buenos escasean, desgraciadamente, en esta sociedad tan liberal y petrolera. Algunos andan por Japón, con la firma Toyota anunciando que dejarán de fabricar coches que funcionen exclusivamente con cualquier derivado del petróleo y que se dedicarán a fabricarlos híbridos, Eléctricos y a Hidrógeno. Otros buenos chicos están por Suecia, donde se proponen reconvertir TODO el transporte público del país para liberarlo de los combustibles fósiles.

Hay otra clase de Chicos que no son ni buenos ni malos. Solo son estúpidos y se mueven por el Reino de España con cierta prepotencia vergonzante. Hace unas horas, algunos de esos chicos han sugerido a Bruselas que la forma de acabar con el problema “Técnico” de tantas emisiones de NOx y PM en los Diesel es permitir que se incrementen hasta en un 45% sobre lo previsto en la próxima regulación, ahora en discusión entre los Estados miembros. 

En realidad, y aunque dicen querer proteger a una industria nacional del automóvil fuertemente especializada en motores Diesel, estos chicos no defienden intereses españoles. El Reino de España solamente es un taller donde se fabrican coches extranjeros (Citroën, Peugeot, Mercedes, Ford, Volkswagen, Opel, Renault,...) y se defienden intereses corporativos. Sobre todo siguiendo las instrucciones llegadas desde Berlin. 

En caso de aceptarse las sugerencias del Ministerio de Industria, Energía y Turismo del Reino de España (Partido Popular), reflejo de su obediencia a Alemania, la nueva norma EURO Oil 6, dispuesta para entrar en vigor en 2017, vendría con rebajas. No son tan cretinos como para decirlo abiertamente, sino con rodeos y subterfugios, proponiendo alterar los resultados de las pruebas y tests para que sean menos exigentes. Es decir; manteniendo los engaños.

Como de costumbre, uno y otros anteponen los beneficios y los puestos de trabajo basura al derecho a la vida, a la salud y a la dignidad. Es lo mismo que piensan los propietarios de las fábricas de Bangla Desh (curtidurías y tintorerías), matando a sus trabajadores en un entorno de veneno y dolor a cambio de 45 euros mensuales.

En Europa, algunos piensan que gracias al NOx y las PM nos moriremos todos antes de cáncer. Aquí habrá menos problemas con la Caja de Pensiones del Reino de España y sus Reservas Estratégicas. Se las están merendando.