LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

viernes, 20 de mayo de 2016

TRANSPORTE  AÉREO Y CONSPIRACIONES
Esto es lo que pasa





Me he resistido durante meses antes de entrar, con desgana, en el universo patológico de los chemtrails. Lo hago ante la perseverancia de los promotores de una historia que tiene su parte de cabeza, pero también tiene una buena parte de culo (con perdón). Creo que lo más lógico es empezar el asunto por la cabeza.

Llevar a un pasajero en vuelo de Londres a Nueva York emite la misma cantidad de CO2 que calentar su casa durante un año

El transporte aéreo, con sus emisiones de gases de efecto invernadero y su papel en el cambio climático, tiene una deuda pendiente con los ciudadanos. Es una deuda pequeña, comparada con las emisiones del transporte por carretera, de la industria, de la generación de energía eléctrica o de la agricultura intensiva. En realidad, el transporte aéreo sería responsable del 2% de las emisiones de CO2 y del 3,5% del total de las emisiones a nivel global, especialmente de los NOx.

Sin embargo, con arte, gran habilidad y mucho lobby, el transporte aéreo se escurre, escapa y busca mil razones para mantenerse alejado del Protocolo de Kioto y de las obligaciones a las que se someten el resto de las fuentes contaminantes. Hasta la fecha no existe un mandato internacional claro que establezca calendarios, límites y plazos para medir o disminuir las emisiones procedentes de aviones. En la Conferencia del Clima de Copenhague (diciembre 2009), la aviación civil pasó de puntillas. En la Cumbre de París (COP 21 - diciembre 2015), sucedió lo mismo.

Buques vs aviones

Para entender el conflicto, la OMI (Organización Marítima Internacional - Naciones Unidas) regula las emisiones de gases por la flota mercante internacional. Existen límites en el contenido en azufre de los combustibles usados por los buques y se revisan sus emisiones en puerto. Se han declarado áreas marinas controladas (ECA – Emission Control Areas) con bajas emisiones de azufre (Canal de la Mancha, Mar del Norte, Báltico, costa de los EE.UU) y se preparan nuevas áreas protegidas (Mediterráneo). Los escapes de los buques son examinados y medidos en los muelles y se extiende el uso del gas natural licuado (GNL) como combustible alternativo al fuel pesado (HFO) y el gasóleo (MDO).


Cielos atravesados por contrails sobre la zona sureste de Estados Unidos
Los rastros de los vuelos comerciales son claramente visibles desde el espacio

En Europa, los camiones deben someterse a normas estrictas, precisando incluso de sistemas de reducción catalítica selectiva (SCR) a base de urea para eliminar los NOx, usando gasoil con bajo contendido en azufre. Por su parte, los automóviles están regulados desde fábrica (un poco menos de lo deseable) y se someten a las ITV y a límites para su circulación en numerosas ciudades, según sus emisiones.

Los aviones no tienen límites previstos. Nadie cuantifica los gases de escape de un avión en la pista o hangar de ningún aeropuerto y no existen espacios aéreos con limitación de emisiones. La IATA (Asociación Internacional de Aviación Civil) se llena la boca con la eficiencia, los combustibles menos contaminantes e incluso con el biofuel de aviación, pero son pura fantasía y esfuerzos de greenwashing. Hacen lo que les da la real gana y ahora, con los precios bajos del petróleo, las políticas de ahorro energético de las compañías aéreas duermen en los cajones.

Cada vez más aviones

Pero el problema está creciendo porque el número de pasajeros aumenta una media del 5% anual en todo el mundo. Según el Banco Mundial, son ya  3.500 millones de pasajeros al año. Aunque la IATA no es excesivamente transparente en sus datos, en los cielos del planeta se mueve una flota compuesta por 25.000 aviones y se espera que llegue a 40.000 en el año 2032. China acaba de concluir su Plan Quinquenal (2011 – 2015) con 82 nuevos aeropuertos. Brasil dispondrá de 71 nuevos aeropuertos hacia 2020.

Desde el año 1990 las emisiones de gases se están reduciendo o estabilizando en todos los sectores del transporte, salvo en la aviación internacional. Los gases de nitrógeno se han duplicado en 25 años y el conjunto de gases ha crecido el 116%.

La ICAO (International Civil Aviation Organization), agencia de Naciones Unidas con 191 estados miembros y con sede en Montreal, estima que las emisiones de los vuelos en 2020 serán un 70% superiores a las registradas en 2005. Si bien el documento final de París (COP 21) no menciona los aviones, invita a la ICAO a trabajar sobre un sistema de medidas reductoras que atienda a los requerimientos de un “mercado” global (MBM – Market Based Measures). Llevan debatiendo en ello desde hace años y lo harán durante muchos más porque es un asunto puesto en manos de los sacrosantos  “mercados”.

¿Qué quiere decir Market Based Measures? Sencillamente, que hay que tomar medidas sin perjudicar el libre funcionamiento del mercado. Por ejemplo, que sería inaceptable erradicar el sistema de puntos de las compañías, que fomenta el transporte aéreo, o que sería complicado erradicar las subvenciones públicas a las compañías aéreas por volar desde y hacia determinados aeropuertos, como la tasa que ciertas regiones españolas pagan por cada pasajero que despega desde su aeropuerto local.

En la Unión Europea, las emisiones de la aviación doméstica (comunitaria) están más controladas. Desde 2012, los vuelos interiores y entre estados miembros se incluyen en el sistema EU.ETS (Emissions Trading System), pero los vuelos internacionales escapan al control comunitario.  Y no hay más.

Las rutas y los contrails (Condensation Trails)

En este contexto de proliferación del tráfico aéreo aparece un factor nuevo. Nació en septiembre de 2001, tras el atentado contra el WTC de Nueva York. Durante los días en los que el tráfico aéreo en Estados Unidos quedó cerrado, las temperaturas diurnas medias en diversos Estados del oeste creció. El cielo se vio libre de los contrails y disminuyeron las nubes altas que son capaces de desarrollarse por su causa (tipo cirrus) y que  filtran la radiación solar.

El personal empezó a fijarse en estos contrails, especialmente abundantes en determinadas rutas de navegación y cerca de radiofaros, aeropuertos y puntos de control aéreo. Era gente con muy mala memoria o muy joven, ya que los contrails nos han acompañado desde que los vuelos treparon en altura a raíz de los bombarderos que desde 1943 atacaban Japón y Alemania.


Contrails generados por bombarderos B 29 Boeing Superfortress norteamericanos en la Segunda Guerra mundial. Aunque no empleaban motores a reacción, el calor desprendido por los motores a hélices a gran altura empezaron a marcar el cielo con estelas de condensación. 

Como los rastros de vapor de agua (condensación, congelación y sublimación) que dejan los aviones son caprichosos, dependiendo de la higrometría de la atmósfera en la zona del vuelo, permaneciendo escasos segundos o largas horas, reduciéndose o expandiéndose según los vientos y los frentes, alguien se mosqueó. Como el tráfico aéreo crecía a buen ritmo, en parte gracias a los vuelos “low cost”, los contrails eran progresivamente más abundantes.

Algunos pensaron que aquello no era natural y estaba manipulado para forzar una abundancia de vapor de agua que, actuando como nubes artificiales, “tapara” la radiación solar y minorase el efecto invernadero. Mejor todavía: una vez lanzada la idea, aquellas nubes prefabricadas serían un oculto proyecto de geoingeniería para combatir el cambio climático. En el asunto estarían metidos los de siempre, gobiernos, grupos de presión, empresas, científicos y meteorólogos. 

La caja de resonancia fue Internet y la historia dio un paso adelante al recordar que, desde 1920, y mucho más a partir de 1950, los agricultores intentaban provocar la lluvia sembrando las nubes medias y bajas (cúmulos y nimbos) con partículas aglutinantes, como el yoduro de plata o el CO2 congelado (nieve carbónica).

Manipulando el clima y las mentes

Con el sector del transporte aéreo fuera de control en sus emisiones y causando molestias a los vecinos próximos a los aeropuertos, era muy fácil elucubrar. Para una parte de la opinión pública, la manipulación del clima terrestre se estaría haciendo a nivel global y la siembra de nubes sería un estadio superior al de la simple creación de nubes. No bastaban el calor desprendido por los reactores y las emisiones de gases de combustión, totalmente invisibles desde tierra y donde se incluían CO2, SOx, NOx, PM, residuos de aditivos y partículas metálicas de los propios motores. 

De poco sirvió que físicos y meteorólogos advirtieran que los contrails no se formaban exclusivamente de día y que los vuelos de altitud y larga distancia se efectuaban generalmente de noche. El resultado era que la eventual bajada de temperaturas diurnas por causa de los cirrus potenciados por los aviones, era compensado con las altas temperaturas nocturnas que provoca un cielo más cubierto y que frena la radiación.

Lo cierto es que las últimas comprobaciones efectuadas por la OMM (Organización Meteorológica Mundial) en el Reino Unido, informaban de temperaturas nocturnas superiores en 1ºC  a lo habitual por culpa de los contrails. En efecto, frenar el cambio climático con aviones no era buen negocio.

Depósitos de agua a bordo de un Boeing 747 en el año 1969 para pruebas de carga y configuraciones del centro de gravedad del avión. Los depósitos están interconectados.

 
Equipos de pruebas de estabilidad y de centro de gravedad en 2010. Se repiten los depósitos de agua conectados entre sí y a sistemas informáticos

Los partidarios de la teoría encontraron pronto una nueva razón para aquellos rastros en el cielo: las emisiones, tan claramente visibles, no eran solamente vapor de agua sino fruto de la siembra de productos químicos secretos. Las compañías aéreas mundiales (pilotos, azafatas, maleteros, aeropuertos, empleados, directivos y autoridades) estaban metidos en un tenebroso asunto. Había un enorme pacto de silencio y el que hablaba sufría graves consecuencias. Ya no eran contrails, sino chemtrails (chemical trails – rastros químicos).  Hasta el llorado cantante Prince lo decía en una bella canción de amor:

You and me watching the jets go by
Oh, ooh, oh, ooh, oh,,
You and me watching the sky for the chemtrails


Por los escapes de los reactores de Ryanair, Iberia, Thai, Lufthansa o Aeromexico salía de todo: metales pesados, aluminio, nanotecnología, virus e incluso peligrosos ftalatos (hormonas femeninas) en forma de filamentos tan finos y pegajosos como el hilo de una araña y dotados de vida propia, capaces de caer del cielo para adentrarse en las personas, recorrer sus venas y tejidos para brotar, tiempo después, por los ojos y atravesando la piel, dinamitando la medicina, la anatomía y el funcionamiento fisiológico del cuerpo humano.

Lo dicho. Ya no se trataba de frenar el cambio climático sino de gasear a la población con oscuras intenciones, aunque las más probables eran inducir cáncer (somos demasiados y la Eugenesia es una opción), adormecer conciencias, aplacar cóleras sociales y someter al pueblo. Ya hemos llegado al culo del tema (con perdón).

En una posterior y más reciente etapa del complot, las compañías aéreas de transporte de viajeros fueron descartadas por ser poco fiables. En realidad, estaríamos ya ante un proyecto de la OTAN o del Pacto de Varsovia  o del venezolano Maduro, usando innumerables aviones militares que darían estudiadas vueltas sobre las zonas más pobladas y las grandes ciudades vertiendo sobre la inocente peña cosas muy espantosas.


La canciller Angela Merkel visita el interior de un Airbus A380, equipado con depósitos de agua para las pruebas de vuelo a plena carga.  

En apoyo de esta idea había fotos extraordinarias. La definitiva estaba en el interior de uno de esos supuestos aviones cargados de vasijas conteniendo los venenos. Había personas risueñas visitando las supuestas y terribles instalaciones, destacando entre ellas la sonriente Canciller de Alemania, Angela Merkel, que se había dejado hacer varias fotos en tan fea situación y que han alborotado Internet. 

El lector interesado puede observar que la foto está identificada con el logo de una tal International Chemtrail Association que, aunque no es su propietario tiene la desfachatez de ponerle su crotal en la oreja. 

La guinda final

Como las fotos de Angela Merkel resultaron bastantes toscas, se empezaron a publicar en Internet fotos y vídeos donde se apreciaba cómo surgían del extremo de las alas o de la panza de un avión chorros de líquido en pleno vuelo y que, sin lugar a dudas, era la prueba definitiva. Veneno es, desde luego, al tratarse de queroseno de aviación (Jet A1). La explicación es que cuando un avión debe desprenderse de parte de su combustible por razones de seguridad y ante un aterrizaje de emergencia (maniobra de debunking), emplea estas válvulas (Fuel dump outlet), como se muestra en estas dos fotografías:








Para terminar, quedaría hacer una serie de profundas reflexiones sobre la especie humana y sus enigmáticos resortes cerebrales. Pero la única que haré es lo verdaderamente mal que se crea, gestiona y transmite la información. Especialmente a través de este maravilloso espacio de libertad que se llama Internet. Para cerrar, la aviación comercial tiene una asignatura pendiente con sus emisiones y sus ruidos. Es posible que este oscurantismo, esta resistencia al control democrático, que esos aeropuertos y esas nuevas pistas impuestos contra la voluntad de los ciudadanos (Frankfurt, Nantes, Heathrow, Chicago, Bermuda, Hannover, Siena, Bruselas, Berlin, Viterbo, Barbados,...) tengan algo que ver. Pero, a pesar de todo, la aviación sigue siendo el más seguro sistema de movernos por el mundo y se ha puesto al alcance de casi todos. 

Si algún lector desea profundizar en este estrafalario tema solo tiene que deleitarse con la página web http://contrailscience.com/ Ahí encontrará algunas respuestas a sus inquietudes metafísicas. Aunque le advierto de antemano que se dará de bruces con la seca, fría y técnica realidad.

miércoles, 18 de mayo de 2016

PORTUGAL 1 – ESPAÑA 0  
URGENTE
La resaca del “canarión” Soria


Planta solar en Moura (Portugal)


Miércoles 18 de mayo de 2016. A las 20:45, hora oficial, se confirma la bofetada. Nuestra vecina Portugal acaba de batir una marca envidiable. Desde las seis de la mañana del pasado sábado 14 de mayo hasta las siete de la tarde de hoy miércoles, el país ha vivido exclusivamente gracias a energías renovables.

En casi cuatro días consecutivos(107 horas), Portugal no ha emitido una sola molécula de CO2 para generar toda la energía eléctrica que ha necesitado. No ha precisado importar fuel, ni gas natural, ni uranio, ni carbón. Solo ha usado agua de lluvia, sol y viento. Todo portugués. Todo nacional. Las fuentes han sido eólica, solar e hidráulica. Es un acontecimiento para una Europa que acababa de conocer otro hito energético, esta vez en Alemania. El pasado sábado 14 de mayo, la práctica totalidad de la electricidad consumida en el país fue renovable y durante unas horas el coste de producción de la energía resultó negativo.

Como señalan todos los expertos en energía (salvo variados cretinos españoles), la península ibérica confirma su potencial extraordinario para abastecer a toda Europa en energías limpias y baratas. Portugal lo acaba de demostrar y se prepara para convertirse en nación exportadora, junto con Marruecos. Es lo que hace Dinamarca, que produce ya el 140% de la energía eléctrica que necesita gracias sus campos eólicos exportando el sobrante a sus vecinos.

El Reino Unido, por su parte, ha conocido un hecho sin precedentes desde 1882. Durante la segunda semana de mayo de 2016, en cuatro ocasiones que sumaron seis horas la red eléctrica británica ha prescindido de la energía generada por la combustión de carbón en plantas térmicas. Es un acontecimiento inédito, aunque lógico al saber que la producción eléctrica doméstica de particulares (prohibida en España) experimenta crecimientos tan fuertes que llegan a duplicar en megawatios al carbón. En el Reino Unido, además, la Iglesia Anglicana ha apostado por las energías renovables y más de 400 templos y vicarías del país ya exhiben paneles fotovoltáicos en sus cubiertas y fachadas. 


Las centrales térmicas de carbón del Reino Unido dejaron de funcionar en cuatro ocasiones en la semana del 9 al 13 de mayo. El objetivo del gobierno es clausurar esta forma de obtención de energía eléctrica en 2025.  


En España, la Iglesia Católica no entra en temas tan vulgares. En realidad, tras ocho años gobernados por estúpidos socialistas, seguidos de cuatro años gobernados por estúpidos neoliberales, la generación de electricidad, su distribución y comercialización sigue en manos de los lobbies eléctricos y de las petroleras, bloqueando cualquier intento de conseguir la independencia energética y ensuciando el orgullo de ser español. El menospreciado Portugal nos acaba de mostrar el camino. Su bofetada escuece porque nos coloca en nuestro sitio, junto con los más torpes y descerebrados. 
¿Seremos capaces de echar de las administraciones y del gobierno a toda esta gente inútil, a golpe de humilde papeleta y ponerlos a trabajar? 
HA LLEGADO LA PLAGA
La acuicultura y otras maldiciones


Corría el año 2000 y nuestro equipo de rodaje deambulaba por tierras y mares de la Patagonia chilena, trabajando una serie documental titulada “Los océanos del hombre”. Recalamos en Puerto Chacabuco, salida al mar de la ciudad de Aisén, para filmar las novedosas granjas de salmón instaladas por una multinacional española (puerto Aguirre). La costa de Aisén consiste en una miríada de islas e islotes apretados, recubiertos por espesos bosques de magnolio y abrigados por una densa capa de nubes que vierte lluvias permanentes 350 días al año.

Desde tierra firme hasta el mar abierto hay más de ciento veinte kilómetros de fiordos, canales y ensenadas cuyos fondos marinos caen hasta los 1.000 metros. Aquí, la cordillera de los Andes se sumerge en el Pacífico y las cumbres, recubiertas de glaciares, son quienes forman este abarrotado archipiélago. La región era de una pureza natural inmaculada, únicamente asaltada por los pescadores de merluza “austral” y los cosechadores de “locos” (Concholepas concholepas)


Una granja de salmón en la Patagonia chilena


Las granjas de salmón constituían entonces una novedad en Chile. Instalados en medio de un maravilloso espacio natural, el único enemigo de los miles de salmones que engordaban en jaulas flotantes eran las manadas de lobos marinos (otario de Patagonia) que, de noche, desgarraban las redes para degustar su plato favorito y, de paso, facilitar la huida masiva de la producción. Para espantarlos, los empleados empleaban fusiles.

Nuestra visita a Chacabuco era la continuación de otro largo viaje que nos había llevado hasta las granjas de ostras perlíferas de la Polinesia Francesa (atolón de Takaroa). Nuestro trabajo nos estaba confirmando que el cultivo intensivo del océano no era una actividad inocente, que terminaba causando plagas víricas y bacterianas entre los animales cultivados, severas alteraciones en las aguas locales por acumulación de heces y alimentos no consumidos, explosión de parásitos, eutrofización y muerte por anoxia de amplias áreas marinas.

Habíamos visto y grabado la pesadilla de la acuicultura en Guayaquil (Ecuador), con sus gigantescas granjas de camarón diezmadas por el virus “white spot” importado desde Tailandia. La habíamos observado en Galicia (España), con las rías sometidas a recurrentes plagas de algas tóxicas que afectaban al semicultivo del mejillón y obligaban a mantener un complejo laboratorio y un sistema de análisis y alarma temprana situado en Vilajoan.


Masiva muerte de almejas en la costa de Chiloé el 9 de mayo de 2016

Es cierto que en los últimos dieciséis años la tecnología ha solucionado muchos de estos problemas de pubertad. Sobre todo, han marcado los límites a una explotación irracional de la acuicultura. Pero entre medias, completos atolones del Pacífico se han envenenado, como en el caso de Takaroa y sus perlas negras, abandonado por los criadores de ostras después de sufrir una plaga devastadora, aunque esperada, que envenenó la laguna hace seis años.

En Chacabuco y en Chiloé, la plaga ha llegado de forma masiva. Más de 2.000 kilómetros de costa han sido emponzoñados por una explosión de algas tóxicas que ha destruido la pesca local y ha causado daños en las personas. No nos sorprende y aquí están las razones: en 2014, Chile produjo 895.000 toneladas de salmón y se usaron 563.000 kilos de antibiótico para los peces enfermos de una bacteria (SRS – Piscirickettsiosis) que les causaba hemorragias en hígado y bazo hasta matarlos.

En Noruega, en 2013 se produjeron 1.300.000 toneladas de salmón y se usaron únicamente 972 kilos de antibióticos. A finales de 2014, las bacterias en los salmones chilenos mostraban señales de resistencia al antibiótico y eran observados con recelo por importadores de Estados Unidos (Supermercados Cotsco y Walmart)

Muerte masiva de sardinas en la costa de Temuco (Chile) en 17 de mayo de 2016


El origen de la actual plaga tóxica es oficialmente desconocido. Pero está en la acuicultura, en el exceso de nutrientes y orgánicos (nitrógeno, fósforo) presentes en el agua marina y en la subida de las temperaturas. Quizá ese medio millón de kilos de antibióticos espolvoreados en las aguas de Chiloé no ha ayudado. El sector de la acuicultura del salmón chileno ha quedado destruido y, teniendo en cuenta el confinamiento de unas aguas apresadas entre las islas y sin apenas corrientes, se necesitarán décadas para regresar a la normalidad.

En Noruega, el negocio del salmón también pasa por una fase delicada. El ataque de los parásitos en los fiordos es incesante, las tasas de mortalidad crecen y queda poco espacio físico para aumentar la producción. Los criadores buscan aguas vírgenes para sus peces y creen haberlas encontrado en las rías gallegas más septentrionales (Ría de Muros). Si se convierte en la alternativa al mejillón, se destruirán miles de empleos.

La plaga, en pura realidad, no son las microalgas que matan, descomponen vientres o causan amnesia. Tampoco son esos pequeños artrópodos que se pegan a las escamas de los salmones para chuparles la sangre hasta matarlos. No son los gusanos anisakis que infestan a las merluzas o las anchoas del Atlántico. La plaga somos nosotros y quienes se supone que deben corregir nuestros excesos.


Alevín de salmón atacado por el artrópodo
Lepeophtherius salmonis 
La concentración de peces en las granjas facilita su proliferación
y amenaza a los salmones salvajes


Mientras Chile sufre las toxinas, en Europa nos señalan los excesos de la agricultura y sus ingentes fertilizantes a base de amoniaco (NH3) formando partículas duras de menos de 2,5 micras de diámetro que vuelan por los aires. Esas partículas, brotadas de campos masivamente nitrogenados y fosfatados, se refuerzan con la enorme inundación de purines generados por una ganadería en quiebra técnica y capaz de matar lentamente a los agricultores y ganaderos europeos (Crisis de los desparasitadores para ovejas, organo-fosfatados, que provocan esclerosis múltiple en el Reino Unido, abundancia de Parkinson en la agricultura francesa, causada por los pesticidas).

Las partículas del campo abarrotado de químicos viajan hasta las ciudades, donde se juntan con las PM emitidas por los motores diesel y se hunden en lo más profundo de los alvéolos pulmonares del ciudadano, generando 400.000 muertes prematuras al año entre los mayores de 30 años (Programa 2005 CAFE (Clean Air for Europe).

¿Está todo perdido? Es fácil ser pesimista en las actuales circunstancias. Sobre todo a la vista del ganado que todavía nos gobierna gracias a nuestros estúpidos votos. Pero por encima de tanta estulticia, tanta cobardía y tantas ansias de bienes materiales hay muchas personas admirables y lúcidas que nunca desfallecen. Una se llama Salvador Rueda Palenzuela y dirige, con un formidable equipo de mujeres y hombres, la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.


Cada supermanzana en Barcelona está formada por nueve manzanas. El tráfico se efectua por la periferia,
permitiendo un pequeño tráfico local y residencial en las calles del interior. La primera Supermanzana se pone a prueba en este año 2016 

Desde hace más de veinte años, Salvador se bate por reformar una de las ciudades con el aire más contaminado de Europa. Trata de impulsar su proyecto de Supermanzanas en el Ensanche barcelonés y su Plan de Movilidad, limitando el tráfico privado en la ciudad, potenciando el transporte público y reduciendo hasta el 21% los gases contaminantes. Su proyecto, inteligente, deslumbrante, modélico, complejo y puesto a prueba durante años está a punto de hacerse realidad.

El anterior ayuntamiento de Negreira (A Coruña) también quiso adoptar un eficiente Plan de Movilidad propuesto por Salvador Rueda, pero fue arrinconado por el nuevo gobierno municipal del Partido Popular. Suele pasar con esa gente. Pero la noticia urbanística de Barcelona hoy se difunde en los mejores medios de comunicación europeos (no en los españoles). En nombre de los ciudadanos europeos, gracias Salva.